Fatty, Patty y Katty VII - Relatos Eróticos

Fatty, Patty y Katty VII

... lista, listísima, - dijo ahora riendo Alma – Mi prima Amelia que dice que fue contigo a la escuela, me compara muchas veces a ti, dice que casi soy tan lista como el “señorito” Jesús, que es como ella te llama, y que sepas que te tiene en un pedestal, para ella tu eres su príncipe azul, bueno para ella, para Alicia y para Eloísa.

-Y porque me lo dices, - dijo Jesús mirándola intrigado – no te das cuenta de que puedo usar esa información para aprovecharme de ellas.

-No hay problema, no te creo capaz de hacer eso, me pareces buena gente. - dijo riendo Alma – Y si decides aprovecharte a ellas les harás un favor porque están loquitas soñando con que las heches un buen polvo.

-Y tú ¿Cómo sabes eso? – le pregunto cada vez más curioso – ¿Te lo han dicho ellas?

-No, pero las he oído hablar del tema, y como Amelia decía - dijo riendo Alma y remedando a su prima mayor dijo – “lástima que Jesús sea mariquita, porque tiene un polvo tremendo”. Pero yo no creo que lo seas, yo creo que tú tienes un trauma, porque es evidente que tu “soldadito” responde a las provocaciones visuales de Alicia y Alexia, a las de tus propias sobrinas, e incluso a las que tu retorcida mente te muestre en sueños.

-Aquí a la derecha gira y te indico, - le dijo Alma sin dejarle decir nada y guiándole hacia su casa – mira allí, en esa casita con un pequeño jardín es donde vivimos con mi madre.

Aparco en la misma puerta, ya que la calle estaba prácticamente desierta en la zona donde vivía Alma, ...

... una pequeña y coqueta urbanización en la entrada del pueblo. Se bajo Jesús, que se quitó la toalla tirándola a los asientos traseros y se quedó como abducido mirando con enorme atención la casa hasta que Alma se puso a su lado y le dijo:

-Anda, pasa que mi madre no está, no vuelve hasta mañana por la noche.

-¿Y dónde está tu madre? – pregunto Jesús - ¿Es que no vive aquí?

-Si claro que vive aquí, - contesto la muchacha abriendo la puerta e invitándolo a entrar – pero está trabajando, es azafata de vuelo en una línea aérea. Espera dos minutos que subo a por el bañador y nos vamos a buscar las pizzas.

Cuando bajo, pasados escasos minutos, seguía con la gorra y enfundada en su equipación de futbol y se encontró a Jesús mirando fijamente a una fotografía ampliada que estaba colgada en el salón, y en la que ella y su hermana con unos cuantos años menos estaban con dos mujeres, muy parecidas físicamente. Ambas eran unas mujeres bellísimas, la más mayor de unos rasgos difíciles de definir, entre asiáticos, africanos y europeos, y la más joven de aspecto bastante más occidentales, pero manteniendo esa extraña mezcolanza de razas, con un pelo negro en tirabuzones y unos ojos grises como los de Alma. Cuando ella se puso a su lado observando también la fotografía, él la pregunto señalando a la mujer más joven:

-¿Es tu madre?

-Si, son mi abuela y mi madre. – le contesto Alma – Esta foto es de hace diez años, cuando fuimos a ver a mi abuela a Karakelong, en Indonesia, un ...