1. Memorias de una peluquería 3


    Fecha: 08/09/2025, Categorías: Sexo con Maduras Autor: El Negro, Fuente: TodoRelatos

    ... viven calientes como vos ahora. Es más, desde que estamos hablando no deja de subirte la calentura: se te nota en el pantalón.
    
    Me miré y debo haberme puesto súper colorado, ya que ella estalló en una carcajada al ver la carpa que se formaba en mi ropa.
    
    Cora: no me digas nada, ahora te encerrás en el baño y te pajeas pensando en mis tetas.
    
    Apretando la colilla de cigarrillo, lo apagó y se paró en búsqueda de su vestido, para ver si se había secado un poco.
    
    Cora: ni se te ocurra pajearte pensando en mí, aunque debo confesarte algo, a mí también me dieron ganas con esta charla. Estoy caliente.
    
    Tomó el vestido y arrimándolo a su cara verificó la humedad casi nula, lo estiró dispuesta a volver a colocárselo, desprendió la bata para cambiarse y girando la cara me miró.
    
    Cora: voy a proponerte algo, pero solo si prometes mantener guardado el secreto.
    
    Alejo: claro Cora, usted dirá.
    
    Cora: esto es una locura, pero no aguanto la calentura que me provocaste. Voy a dejarte ver mis tetas, sin tocarlas y vos me mostras tu pija. ¿ok?
    
    Estaba en las nubes, estaba próximo a ver las tetas más grandes de mi vida, a cambio de mostrar una pija mediana, casi diría que chica. No podía negarme.
    
    Alejo: está bien, ¿acá en la peluquería?
    
    Cora: no, en el patio. Si sentimos las llaves en el portón tendremos tiempo de acomodarnos la ropa.
    
    Fue caminando delante de mí, hasta llegar al patio, se sentó en el sillón más alto y me hizo detenerme delante de ella, a cierta ...
    ... distancia.
    
    Cora: bajate los shorts y los calzoncillos, mostrame qué tenes ahí.
    
    Dudando un poco, fui bajando una a una las prendas. Cuando mi pija quedó liberada, saltó como un resorte hacia arriba. Estaba casi al máximo de su tamaño, la cabeza brillaba producto de líquido preseminal. Cora miró detalladamente y comenzó a desprender la bata.
    
    Cora: no es una cosa de locos, pero tiene un lindo tamaño, es algo más grande que la de mi marido y obviamente más dura.
    
    Terminó de desprender la bata y la abrió lentamente: entonces aparecieron esas dos ubres gigantes, blancas, algo caídas, con dos aureolas marrones gigantes y dos pezones rosados que parecían botones.
    
    Cora: ¿las imaginabas así?
    
    Alejo: no sabía cómo imaginarlas, son mejores de lo que pensaba.
    
    Cora: acércate, voy a hacerte algo que te va a gustar.
    
    Cuando me aproximé, se sentó en el borde del sillón, las agarró con ambas manos y las aproximó a mi pija. Pasó un pezón por la cabeza y luego el otro, mojándolos con mi líquido. Lentamente las separó y las cerró rodeando mi pija dura, dándole un poco de presión a ambas, comenzó a sacudirlas haciéndome la mejor cubana que podía imaginar. Mi pija se perdía entre semejantes tetas, apenas si asomaba la cabeza cuando las bajaba, fue acelerando el ritmo hasta que notó como empezaba a palpitar, pensé que buscaría la cabeza con su boca, pero no.
    
    La dejó abajo y provocó que me regara en ella, sin siquiera llegar a asomar, pero desparramando leche a lo loco. Casi me caigo ...