1. Bajo el sol del Sella


    Fecha: 13/09/2025, Categorías: Hetero Autor: Angelguti, Fuente: TodoRelatos

    ... inolvidable.
    
    El bar se llamaba "El Remo". Tenía una terraza de madera que daba al río, con sombrillas de colores desteñidos y mesas de metal que sonaban con cada movimiento. Melisa y Óscar se sentaron en una esquina, justo donde el sol comenzaba a esconderse tras la montaña, pintando de oro el cauce que habían descendido unas horas antes.
    
    Pidieron dos cervezas, una ración de queso de cabra con mermelada y otra de pulpo a la gallega. Nada sofisticado, pero sabroso, caliente y compartido. Comían con los dedos, riendo como adolescentes, ajenos al bullicio de otras mesas.
    
    —No recordaba la última vez que me reía así —dijo Melisa, lamiéndose los dedos—. Qué bien sienta desconectar.
    
    Óscar la miró con una intensidad que se sostenía sin esfuerzo, como si verla comer fuera un espectáculo íntimo, cotidiano y excitante a la vez.
    
    —No recordaba la última vez que alguien me miraba como tú me estás mirando —añadió ella, sin apartar los ojos.
    
    —Es que no puedo evitarlo —dijo él, sincero—. Me pareces hermosa. Natural. Como si no te escondieras de nada.
    
    Melisa apoyó los codos en la mesa, inclinándose hacia él.
    
    —No siempre fui así. Me pasé media vida encogiéndome. Intentando no llamar la atención. Ocultando lo que sentía, lo que deseaba. Pero llega un punto en el que te hartas de pedir permiso. Y decides vivir.
    
    —Y vivirte —añadió él, acercándose también.
    
    —Exacto —susurró ella.
    
    Las palabras no eran muchas, pero entre ellos había algo que vibraba. Algo que había ...
    ... nacido en el río y crecía como un fuego tranquilo, sin prisa, pero sin vuelta atrás.
    
    Terminaron de comer, y Melisa se levantó para ir al baño. Al volver, el viento le había despeinado un poco el pelo, y el top dejaba ver una línea de piel bajo su pecho. Óscar se mordió el labio inferior sin disimulo.
    
    —¿Nos vamos? —preguntó ella, sin siquiera sentarse.
    
    —Sí.
    
    Caminaron en silencio hasta el aparcamiento. El coche de él era un todoterreno oscuro, limpio pero con señales de uso. Abrió el maletero para guardar la mochila, y cuando cerró, se giró y la encontró muy cerca. Demasiado cerca.
    
    —No quiero que esto se quede en una tarde —dijo Melisa, con la voz algo temblorosa, como si dudara en decirlo pero supiera que debía hacerlo.
    
    —Ni yo —respondió él—. Pero tampoco quiero que sea solo sexo. Aunque te juro que no dejo de imaginar cómo sería tocarte las tetas.
    
    Ella sonrió, bajando la mirada un segundo. Luego lo miró directo a los ojos.
    
    —¿Y si empezamos por eso? Por tocarnos. Por no dejarlo solo en la imaginación.
    
    Óscar no respondió con palabras. La besó. Primero con calma, como quien prueba una fruta madura. Luego con más hambre. Sus lenguas se buscaron, se reconocieron. Sus manos comenzaron a recorrer los brazos, la espalda, la cintura y sus pechos.
    
    Melisa apoyó la espalda contra la puerta del coche y lo atrajo hacia sí. Los cuerpos se pegaban con fuerza, sintiendo el calor aún húmedo de la tarde. Él le acarició la cadera, los muslos, subiendo por debajo de las ...
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