Umbral III – El Cuerpo Vacío
Fecha: 25/09/2025,
Categorías:
Dominación / BDSM,
Autor: GRQ, Fuente: TodoRelatos
... saliva.
No lloró.
No se culpó.
Solo obedeció.
Y mientras se arrodillaba, mientras el frío del suelo le rozaba los muslos y el anillo apretaba su dedo derecho, comprendió que la rendición no era perfecta.
Pero el control de él… sí lo era.
La habitación estaba en penumbra.
Sofía se había desnudado sin prisa, siguiendo las instrucciones de Bruno palabra por palabra. La luz tenue del escritorio era la única fuente de calor. El cuerpo, frío. El corazón, alerta.
Rodillas abiertas.
Espalda recta.
Boca cerrada.
Y el móvil a su derecha, sobre el suelo, con el volumen al mínimo y las notificaciones activadas.
Había pasado una hora desde el mensaje.
Bruno no había llegado.
No había escrito.
Y sin embargo, estaba ahí.
Sofía no se movía.
El cuerpo comenzaba a tensarse, no de deseo. De espera. De exposición prolongada. El sexo húmedo, pero no saciado. El anillo apretando la piel. El colgante —Arcos— colgado entre los senos, quieto, sin música.
A las 22:31, vibró el teléfono.
Mensaje:
«No vas a tocarte. No vas a cerrar las piernas. No vas a pedir permiso. Solo vas a quedarte ahí… hasta que entiendas que cuando abres la boca sin mi voz… yo cierro la tuya desde dentro.»
Sofía tragó saliva.
Pero no respondió.
No podía.
Ni quería.
El cuerpo empezaba a resentir la posición. El frío en las rodillas. El temblor en los muslos. El pulso en la garganta. Pero nada se comparaba con la intensidad del silencio. No físico. ...
... Emocional.
Porque él no estaba.
Y aún así… la usaba.
Cada minuto que pasaba, cada no-mensaje, cada ausencia, era una mano que le apretaba el pecho. No había azote. No había invasión. Solo la certeza brutal de que estaba siendo moldeada sin contacto.
A las 22:58, otro mensaje:
«¿Estás ardiendo, Arqueta? No lo apagues. No respires para aliviar. Respira para sostener. Y cuando estés al límite… haz una foto. Sin cara. Solo tu cuerpo. Sólo tu obediencia. Y mándamela. Sin texto. Sin sonido. Yo sabré leerla.»
Sofía cerró los ojos.
El sexo palpitaba.
La espalda dolía.
La vergüenza y el orgullo le bailaban por dentro, juntos.
Y sin un solo gemido…
Se hizo la foto.
Rodillas abiertas.
Muslos brillando.
Colgante cayendo como cuchillo.
Y el anillo. Siempre el anillo.
La envió.
Y esperó.
Y supo que ya no necesitaba oírlo.
Porque ya no era solo sumisa.
Era silencio hecho forma.
Eran las 23:37.
Sofía seguía arrodillada.
El cuerpo dolía. El sexo palpitaba. El cuello comenzaba a ceder bajo el peso del colgante. La imagen que había enviado permanecía en la pantalla, sin respuesta.
Pero no se movía.
No porque esperara.
Porque ya no necesitaba saber si él respondería.
Ya no obedecía para ser vista.
Obedecía porque no sabía hacer otra cosa.
A las 23:44, vibró el teléfono.
Solo una palabra:
Sellada.
Nada más.
No un “bien”. No un “has cumplido”. No una promesa. Solo esa palabra.
Y con ella, Sofía cerró los ...