1. Ayuda entre hermanas (7)


    Fecha: 25/09/2025, Categorías: Incesto Autor: PerseoRelatos, Fuente: TodoRelatos

    ... Bárbara lo miró con una mezcla de amor y urgencia. Como si estuviera muriendo y sólo papá pudiera salvarla.
    
    Papá empujó. La cabeza entró apenas, abriendo los labios de mamá más de lo que creí físicamente posible. Diana, al ver esto, metió dos dedos de golpe en su vagina y gimió.
    
    El primer empuje fue lento, y apenas si la punta entró. Mamá cerró los ojos y apretó los dientes, como si el dolor fuera necesario. Papá retiró un poco, escupió en la mano y se la untó en el pene. Volvió a intentarlo. Esta vez entró más. Los labios de la vagina de Bárbara se estiraron hasta el límite, y la piel de papá brilló al deslizarse dentro.
    
    —¿Ves, Lola? —susurró Diana, con voz ronca—. Si mamá puede, tú puedes.
    
    La penetración continuó, cada vez más profunda. Mamá gemía, pero la expresión de dolor se mezclaba con una lujuria absoluta. La verga de papá entraba y salía, mojada, resbalosa, cada vez más adentro. Diana no podía dejar de mirarlos, y yo tampoco, aunque el ritmo de mis dedos era cada vez más intenso.
    
    El cuerpo de Bárbara se arqueaba en cada embestida. Papá, jadeando, la tomaba de las caderas con las dos manos, ajustando el ángulo, metiéndosela cada vez más hondo. Pensé que la iba a partir en dos, pero mamá lo recibía, lo gozaba, lo pedía entre gritos.
    
    —Más, más… —pedía Bárbara, y papá obedecía.
    
    Papá había acelerado el ritmo. Golpeaba la pelvis de mamá con fuerza, los huevos chocaban contra su culo. Y con las manos sujetó los hombros de mamá, me imagino que para ...
    ... tener un mejor impulso. Diana y yo respirábamos en sincronía, ambas con los dedos empapados, ambas con la cara encendida. La penetración salvaje de mis padres era acompañada por los tímidos chapoteos de nuestras manos masturbándonos.
    
    De pronto, papá se detuvo. Jaló la verga de golpe, chorreando de flujo y saliva, y sin decir palabra giró a mamá sobre el colchón, como si fuera una muñeca de trapo. Bárbara se dejó hacer, apenas respirando, tan perdida en el trance que ni siquiera abrió los ojos. El cuerpo mullido de mamá se arqueó, los pechos colgando, el culo redondo y blanco expuesto al aire.
    
    Papá la tomó de las caderas y le levantó aún más el trasero, alineando el glande a la entrada de la vagina. Diana y yo, fascinadas, contuvimos la respiración.
    
    Nicolás embistió de una sola vez. El impacto fue tan brutal que Bárbara pegó un grito ahogado, ronco, primitivo. La verga se enterró de golpe hasta el fondo. Papá la sujetó con fuerza, y empezó a bombear, primero lento, luego cada vez más rápido, más salvaje que antes.
    
    El culo de mamá ondeaba con cada estocada, las tetas rebotaban debajo, y los gemidos se mezclaban con los golpes sordos de la pelvis chocando contra la carne. El sudor brillaba en la espalda de papá, y cada vez que la sacaba y volvía a meterla, el movimiento era tan gráfico que sentí que mi vagina palpitaba al unísono con la de Bárbara.
    
    Mamá gemía, se mordía los labios, trataba de agarrarse de las sábanas pero papá no le daba respiro. Diana, a mi lado, no ...
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