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Ayuda entre hermanas (7)
Fecha: 25/09/2025, Categorías: Incesto Autor: PerseoRelatos, Fuente: TodoRelatos
... cocinar, limpiar, pelearse por la tele y no descuidar al esposo). Eso me alivió. Supuse que también a Diana. Curiosamente, la calentura que nos había invadido durante los primeros días. Universidad, gym, casa, repetir. La universidad era igual de insufrible que siempre. En clase de teoría social, mientras escuchaba una larga perorata sobre Foucault, Gerardo, quien ya ha hecho su primera aparición en esta penosa historia de mi vida me pasó un papelito. "Lola, ¿me puedes pasar tus apuntes de sociología? No entiendo nada." Tuve que releerlo tres veces para convencerme de que era real. Respondí con la caligrafía más temblorosa del mundo. “Claro, nos vemos más tarde en la cafe?” Las piernas me temblaron bajo la banca. Terminé contestando a los cinco minutos: "Sí, pero soy malísima explicando." Él respondió con un: "Seguro eres buenísima. ¿Nos vemos a las 4?" Y para responder simplemente volteé a verlo y moví mecánicamente la cabeza arriba y abajo como si me estuviera dando una embolia. Me sudaron las manos el resto del día. Cuando llegué a la cafetería, Gerardo ya estaba ahí, con una libreta abierta y una pluma en la mano. Llevaba una sudadera azul y una gorra que nunca le había visto. No es como que me supiera de memoria su clóset pero… —Hola, Lola —dijo, y sonrió. Por poco me desmayo. Nos sentamos juntos y repasamos el material. Él escuchaba con atención, aunque yo sabía que no explicaba tan bien. Me preguntó cosas, se ...
... rió de mis chistes malos, incluso me ofreció un café ("Lo mínimo por tu tiepmo," dijo). El tiempo pasó volando. Al final, cuando nos despedimos, dijo: —¿Puedo escribirte si tengo más dudas? Sentí que el estómago se me iba al suelo. —Sí, claro, acá está mi Insta —dije, y le mostré en mi teléfono mi nombre de usuario. Caminé a casa flotando. Aunque ese día no recibí aún ningún mensaje. El gym, en contraste, se volvió una tortuosa parte de mi rutina, también. No sé, como que empezaba a agarrarle cariño a que me destrozara el cuerpo cada tarde, y para ser honesta, sólo es muy horrendo la primera sesión. Una tarde, mientras hacíamos sentadillas frente a los espejos, me descubrí mirándola sin disimulo. No fue a propósito. Cuando me di cuenta, ya era tarde. Diana me pescó en pleno trance, pero no dijo nada; sólo sonrió para sí, como quien se guarda un secreto para más tarde. La conversación inevitable llegó en casa, mientras cenábamos juntas. —¿Por qué me mirabas tanto la cola así en el gym? —preguntó, dejando el tenedor en el plato. Sentí que me subía la temperatura. —No te miraba, sólo estaba viendo cómo haces las sentadillas —mentí, torpe. —¿Aja? —dijo, con la sonrisa de quien acaba de ganar una apuesta—. ¿Quieres tener un culo como el mío, o…? —¡Diana! —protesté — Sólo me preguntaba cuánto tiempo más hay que perder en el gimnasio para verte finalmente bien. Ella se levantó, se sentó a mi lado en la barra de la cocina, y me miró con ...