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Ayuda entre hermanas (7)
Fecha: 25/09/2025, Categorías: Incesto Autor: PerseoRelatos, Fuente: TodoRelatos
... podía dejar de masturbarse; yo tampoco. Mis dedos se movían solos, al ritmo frenético de la cogida. Bárbara alcanzó el orgasmo enseguida. El cuerpo le tembló, las piernas se aflojaron y el grito le salió desgarrado de la garganta. Papá ni siquiera bajó la marcha; la siguió cogiendo, cada vez más rápido, cada vez más fuerte, hasta que el cuerpo de mamá se derrumbó, completamente rendido. Papá la sostuvo unos segundos más, luego la dejó caer, y su verga, roja y palpitante, salió al aire, brillando de saliva y flujos. Nicolás la sacudió un par de veces delante de la cadera de Bárbara, luego caminó hasta el rostro de mamá, que seguía jadeando sobre la colcha. Diana y yo lo mirábamos, sin parpadear. Mamá, aún temblando, abrió los ojos. Se incorporó hasta quedar de rodillas, y sin que nadie se lo pidiera, tomó el pene de papá entre las manos y se lo metió en la boca. Papá gimió y le puso una mano en la nuca, empujando con cuidado, pero Bárbara no necesitaba invitación: se la tragó casi entera, y en unos segundos, Nicolás empezó a convulsionar. Mamá tragó la primera parte, y luego dejó que el resto se derramara por la comisura de los labios, escurriéndose por la barbilla y el cuello. Siguió chupándolo, aún después de que el pene comenzara a perder firmeza. Bárbara se limpió la boca con el dorso de la mano, miró a papá y luego a nosotras. Sonrió, todavía arrodillada sobre la cama. —Espero que hayan prestado atención —dijo, con voz cansada. — Y espero que les ...
... ayude. Papá, con una respiración bastante agitada y muestras claras de esfuerzo, se agachó y le dio un beso a mamá en la frente. Se pusieron de pie, recogieron la ropa y salieron del cuarto, desnudos, tomados de la mano. Mis manos seguían en mi vagina, aún no había llegado al orgasmo, pero es que era difícil seguirle el ritmo a la escena que acababa de presenciar. —Vaya.. eso f…— las palabras, literalmente, murieron en mi boca. Pues Diana, sin preguntar ni pedir permiso me tomó de la nuca con fuerza y estampó sus labios en los míos. No entendí que estaba pasando. Pero lo agradecí. su beso era furioso, violento, animal. De pronto se separó de mí, pensé preguntarle qué demonios estaba pasando pero no me dio tiempo: metió los dedos de su mano en mi boca. No supe reaccionar, sólo la dejé hacer. Había un regusto salado y ácido. Entonces me di cuenta de que era la mano con la que se había estado masturbando. Eso me dio asco y me calentó a partes iguales. Sin embargo, la calentura era mayor. Comencé a lamer y chupar sus dedos. Desde la palma hasta la falange. Justo como había visto a mamá hacer apenas unos minutos antes. Diana entonces con la otra mano me tomó el rostro y me hizo mirarla. —Estoy muy caliente, enana, tanto que vamos a coger acá. No supe responder, y en realidad creo que no hacía falta. Sin decir más, mi hermana comenzó a desnudarse. La vi desnuda. De golpe, frente a mí, como si fuera una estatua griega, sólo que más bronceada y más real. El ...