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Ayuda entre hermanas (7)
Fecha: 25/09/2025, Categorías: Incesto Autor: PerseoRelatos, Fuente: TodoRelatos
... atragantarse. Pero sólo retrocedió, tosió un poco, y luego volvió a la carga con una sonrisa perversa. Me fijé en el rostro de mi hermana, que de pronto tenía una mano metida bajo la cinturilla del pants. Yo, queriendo o no, empecé a sentir el mismo calor. El cuarto estaba impregnado de un sonido húmedo, una mezcla de succiones, gemidos y el golpe sordo de la saliva contra la piel. La verga de papá creció más. Mucho más. Mamá la tenía a medio camino entre las manos y la garganta, y aun así parecía no poder abarcarla del todo. Los ojos se le llenaron de lágrimas. La escena era tan grotesca como magnética: la baba de mamá chorreaba por el tronco del pene, haciendo brillar la piel de papá. El hombre era un volcán. Le temblaba el abdomen, y su respiración se volvió un jadeo animal. Mamá, implacable, lo dirigía todo con una eficiencia voraz. Me di cuenta de que tenía las manos sudadas y que había estado apretando los muslos todo el tiempo. Tragando saliva, bajé lentamente la mano a mi entrepierna y, sin querer, mis dedos encontraron la humedad pegajosa de mi vulva. No sentí vergüenza. Sentí descanso. Mamá se detuvo. Se limpió la boca con el dorso de la mano y miró el pene de papá como si estuviera evaluando una obra recién terminada. —Ahora, pongan atención —dijo, y se acostó boca arriba sobre la cama—. Vamos a la siguiente parte. Papá la siguió, se arrodilló a sus pies y, con el miembro aún palpitante, se inclinó entre las piernas de Bárbara. Al ...
... principio pensé que la iba a penetrar, así, en seco, pero no: papá se acomodó y se agachó a besarle el pubis, luego los labios vaginales, y luego, sin más, hundió la lengua en la vulva de mi madre. El sonido fue diferente. Succionaba, lamía, tragaba. Bárbara arqueó la espalda y apretó los puños sobre las sábanas. Los gemidos de mamá eran más agudos que los de papá, más intensos y sin control. Diana, sin ningún pudor, ahora tenía la mano completamente dentro del pantalón, y yo la imité, frotando despacio sobre la tela húmeda de mis panties. Papá trabajó la lengua con una maestría silenciosa. Se notaba que se conocían bien. lamía de abajo arriba, luego giraba en círculos, luego mordía suavemente los labios de la vagina. Bárbara se convulsionaba como si tuviera electrodos en la columna. El pene de papá, mientras tanto, goteaba una especie de líquido transparente. Me fijé que Diana, a mi lado, se había bajado el pantalón hasta las rodillas y tenía los dedos embarrados de flujo. Nuestras miradas se cruzaron, y por un instante, la electricidad de la vergüenza nos sacudió. Pero no dejamos de hacerlo. Yo bajé mis bragas y metí la mano debajo: caliente, húmedo, pulsante. Bárbara gritó. El orgasmo la sacudió de pies a cabeza. Papá siguió lamiendo un rato más, hasta que ella lo empujó con la mano y, sin aliento, dijo: —Ya, Nico. Cógeme. Papá se arrodilló entre sus piernas y, con un movimiento que parecía imposible, le acomodó la verga justo en la entrada de la vagina. ...