1. ¡La Concha de mi Hermana! [08]


    Fecha: 27/09/2025, Categorías: Incesto Autor: Nokomi, Fuente: TodoRelatos

    ... pechos bamboleando con cada respiración bajo la camiseta estirada. Pero en su cara había algo más que placer. Había confusión. Perplejidad.
    
    Katia me miraba como diciendo que ella tampoco entendía cómo habían llegado hasta ese punto. Yo seguía con las cervezas en las manos, frías, sudadas, como si acabaran de salir del hielo y hubieran decidido quedarse ahí, aferradas a mis dedos. No podía moverme. Era como si mis músculos hubieran hecho un pacto con el desconcierto. Paula seguía metiendo la lengua en la concha de Katia con una suavidad casi coreográfica, como si cada gesto estuviera ensayado desde antes, como si nada de lo que sucedía fuera improvisado. El cuarto entero parecía contener la respiración.
    
    Yo miraba absorto, atrapado en la escena como un espectador sin boleto, incapaz de intervenir, con los ojos fijos, no en el beso, sino en lo que ese acto lésbico estaba generando dentro mío. No sabía si sentía deseo, culpa o una fascinación animal que me recorría el pecho como un cosquilleo. Tal vez todo junto. Lo único cierto era que no podía apartar la mirada.
    
    Paula no se detuvo. Ni siquiera se inmutó. Era como si no hubiera escuchado la puerta abrirse. O como si la posibilidad de que la vieran no le molestara. Su lengua seguía explorando los labios vaginales de Katia. Los saboreaba. Los cubría con su saliva.
    
    Katia soltó un gemido entrecortado. No uno de los que ya había oído desde el cuarto cuando se tocaba sola. Este era diferente. Vulnerable. No ...
    ... impostado.
    
    Mis piernas amagaban con retroceder, mientras el pecho se adelantaba solo, guiado por un impulso que no entendía. Y ahí estaba yo, plantado en el umbral, con las cervezas en la mano y la cabeza hecha un ovillo. Todo parecía suspendido en el aire, menos ellas.
    
    Me acerqué despacio, como si tuviera miedo de arruinar una escena demasiado perfecta o de asustar a un animalito en plena comida.
    
    —Ah, trajiste las cervezas —dijo Paula, como si fuera lo más natural del mundo.
    
    Estiró la mano y le pasé una. Ya estaba destapada. Dio un trago largo, sin apuro, y luego se la tendió a Katia, que la recibió con una sonrisa breve, como si compartieran un pacto que no necesitaba palabras. Me miró, y con dos golpecitos suaves en el colchón me invitó a sentarme junto a ella.
    
    Obedecí. Como si nunca hubiera sabido hacer otra cosa.
    
    —Em… ¿costó sacar el preservativo?
    
    —No, para nada —Katia tomó cerveza, Paula volvió a pegar su boca a la concha. Le dio un fuerte chupón al clítoris—. Lo sacó en tres segundos. Metió los dedos hasta el fondo y…
    
    —Sí, me imagino cómo fue —dije, sin poder apartar la mirada de la concha de mi hermana… y de la ansiosa lengua de Paula.
    
    —¿Y ésto cómo pasó? —Pregunté con temor.
    
    —No sé… simplemente pasó. Y te digo la verdad: no me molesta ni un poquito. Si quiere seguir… que siga.
    
    La cerveza fluía por mi garganta extinguiendo el fuego. Los tres permanecíamos en la cama. Yo, al borde del colchón, con la espalda apoyada contra la pared fría; Katia, en el ...
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