1. La Promesa de Beckett – Capítulo 1 – Isla de noche


    Fecha: 29/09/2025, Categorías: Dominación / BDSM, Autor: Ericl, Fuente: SexoSinTabues30

    ... hecho.
    
    Isla lo miró. Tenía las pupilas dilatadas. Ojeras profundas. El labio inferior apenas temblaba.
    
    —No.
    
    —¿Escuchaste algo? ¿Un ruido? ¿Un grito?
    
    —No.—Ella bajó la mirada, como si tuviera que recordar. Luego alzó los ojos de nuevo, fijos, como si viera algo detrás de él.
    
    —Vi a alguien afuera de mi habitación.
    
    Beckett frunció el ceño.
    
    —¿A quién?
    
    Isla tardó mucho en responder. Cuando lo hizo, fue casi un susurro:
    
    —Un hombre. O algo así. No tenía cara.
    
    —¿No tenía cara?
    
    —Era… como sombra. Pero con ojos. O.… espejos. No sé. No era un sueño. Estaba ahí.
    
    Beckett anotó algo. Isla lo observó sin moverse.
    
    —¿Y viste a dónde fue?
    
    Ella negó con la cabeza.
    
    Silencio. Beckett dejó de escribir.
    
    —¿Tú crees que eso mató a tu hermana?
    
    Isla asintió. No con miedo. Con una convicción absoluta. Casi con rabia.
    
    —Fue él. El que la empujó. El que vino por ella.
    
    Beckett guardó su libreta. Le revolvió el cabello, sin pensar.
    
    —No te preocupes, Isla. Lo voy a encontrar. Te lo prometo.
    
    Beckett no supo por qué lo dijo. Tal vez porque le dio vergüenza verla tan callada, tan seria, tan entera para una niña que acababa de perder a su hermana. Tal vez porque creyó que las palabras aún tenían algún tipo de valor. O tal vez porque, por un segundo, sintió que le debía algo a esa mirada. No al caso. A ella.
    
    La niña asintió, como si no creyera nada. Y Beckett se marchó.
    
    Siete años después, Isla estaba sentada frente a él, esposada a una mesa ...
    ... metálica, con la misma expresión que aquella mañana:
    
    callada, seria, había desarrollado unos enormes senos naturales que acentuaba con escotes prominentes.
    
    —Isla Rivas —leyó Beckett, aunque no era necesario. Sabía quién era. Lo había sabido en cuanto la vio entrar al cuarto de interrogatorios.
    
    La lámpara oscilaba levemente sobre la mesa. El espejo de doble vista devolvía una sombra distorsionada de ambos. Isla tenía 19 ahora, pero algo en su rostro seguía atrapado en los doce. Tal vez los ojos. Tal vez la forma de estar en el mundo como si no perteneciera a él.
    
    Él dejó caer el expediente sobre la mesa.
    
    Beckett hojea el expediente. Isla, por su parte, examinaba en silencio el reflejo distorsionado de ambos en el espejo de doble vista, como si buscara allí una versión diferente de sí misma.
    
    —¿Quieres contarme qué hacías en el apartamento de Gregory Muñoz a las seis de la mañana?
    
    Isla no respondió. Miraba un punto invisible entre sus manos esposadas. Sus uñas estaban cortas, limpias. Sin barniz. Llevaba una camiseta gris con cuello en V que obligaba a Becket a mirar, estaba manchada de lo que parecía ser sangre seca y tierra.
    
    Beckett suspiró. Sacó una grabadora antigua y la encendió. El zumbido del casete girando era casi hipnótico.
    
    —¿Mataste a ese hombre, Isla?
    
    Nada. Ni una reacción. Pero cuando la lámpara dejó de balancearse, ella habló:
    
    —Fue él.
    
    Beckett parpadeó. No porque no esperara algo extraño, sino porque la forma en que lo dijo le erizó ...
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