La Promesa de Beckett – Capítulo 1 – Isla de noche
Fecha: 29/09/2025,
Categorías:
Dominación / BDSM,
Autor: Ericl, Fuente: SexoSinTabues30
... ven.
Dijo que iba a encontrarlo.
Le creí.
A la mañana siguiente actuó como si el entierro no la hubiera atravesado. Se vistió sola, comió en silencio, recogió sus libros y caminó al colegio sin mirar a nadie. Pero esa noche, escribió solo una palabra en su cuaderno: Beckett.
•
Años después, cuando lo volvió a ver, al otro lado del vidrio de la sala de interrogatorio, Beckett no sonrió.
Pero Isla sí.
Solo un poco.
Porque sabía que ahora él sí la recordaba.
Y que, por fin, era su turno de hablar.
La noche había caído como un manto sucio sobre la ciudad.
Las farolas temblaban con cada ráfaga de viento y el humo de los carros parecía quedarse pegado a las ventanas.
Beckett entró a su apartamento sin encender la luz.
Se quitó la chaqueta y la arrojó sobre el sofá. Luego se quedó de pie en la oscuridad, escuchando los sonidos del edificio: una ducha, una tele vieja, alguien arrastrando una silla.
Pero él solo pensaba en ella.
Isla.
Habían pasado siete años desde el entierro.
Siete años desde que la vio con ese rostro helado y los ojos abiertos como si no pudiera parpadear sin perder algo importante.
Ahora ya no era una niña.
Era una mujer.
Una mujer hermosa, pensó, como si esa palabra le quemara por dentro.
Su cabello era más oscuro, más largo.
Sus labios, más definidos. Sus tetas, enormes y hermosas
Pero los ojos… los ojos seguían siendo los mismos.
Intensos.
Hambrientos.
Vacíos.
Beckett ...
... se sentó a la orilla de la cama.
Se frotó la cara con las manos.
No sabía cómo sentirse.
¿Culpa?
¿Deseo?
¿Lástima?
Nada encajaba del todo.
Solo una certeza: ella no lo había olvidado.
La forma en que lo miró al entrar a la sala de interrogatorio.
Esa leve sonrisa.
Casi un desafío.
Casi una súplica.
Había algo que ella no había dicho aún.
Algo que él necesitaba escuchar.
Quería hablar con ella.
A solas.
Fuera de ese maldito cuarto lleno de espejos y micrófonos.
Porque la Isla que había tenido frente a él no era la misma que había prometido proteger.
Y sin embargo, en el fondo, era exactamente ella.
Beckett miró al techo, al ventilador que giraba lento como un pensamiento peligroso.
—¿Qué te hicieron, Isla? —murmuró—. ¿Qué hicimos nosotros?
Y por primera vez en años, soñó con su rostro.
.
—¿Quieres que haga qué?
Beckett se apoyó en el marco de la puerta. Tenía la cara demacrada, las ojeras profundas.
—Solo necesito hablar con ella. Sin los micrófonos. Sin los vidrios. Sin la presión del protocolo. Solo diez minutos.
El fiscal cerró la carpeta lentamente.
—¿Sabes que eso no es procedimiento?
—Lo sé.
—Y que este caso puede arruinarte.
Beckett no dijo nada.
Entonces él lo miró. Cansado. Incrédulo.
—Beckett… me pides algo imposible. Es una acusada de homicidio. No tu hija. No tu deuda personal.
Él bajó la cabeza.
Pero no respondió. Porque sabía que sí lo era.
En parte.