LNE (8). La forma del fango
Fecha: 30/09/2025,
Categorías:
Grandes Series,
Autor: Schizoid, Fuente: TodoRelatos
... abrir los ojos—, te comportaste como un caballero perverso. Justo mi tipo favorito.
César apoyó la cabeza sobre su brazo y suspiró con esa sonrisa boba que solo sale cuando uno se siente aceptado, no a pesar de su rareza, sino por ella.
—Entonces supongo que ya no me miras igual.
—Te miro mejor. Como si hubieras crecido… un poco. Pero no mucho, no te emociones. Sigues siendo bajito.
Los dos se rieron, y con cierta dificultad se pusieron de pie, vistiéndose con calma tras quitarse ramitas, hojas y hierbas de partes nada cómodas. Cristina frunció el ceño, torciendo el gesto.
—Me va a doler el culo, la cadera y la autoestima durante tres días.
—Yo solo necesito una ducha. Y otro encuentro así. En condiciones menos… botánicas.
Cristina se subió los pantalones cortos, se sacudió una hoja del escote, y dijo:
—Si me preguntan, diré que me caí en una raíz. Y que no me ayudaste. Que se fastidien tus puntos en la asamblea de padres.
—Siempre tan generosa.
Ella se giró, le lanzó una mirada de esas que son un disparo en cámara lenta, y dijo con voz traviesa:
—Y guarda condones, campeón. Que no pienso dejar que me petes el culo cuando te venga en gana.
Volvieron al campamento como si nada, salvo por el pequeño detalle de que Cristina tenía una ramita enganchada al pelo, y César no podía dejar de sonreír como un tonto
***
Después de una tarde de danzas chamánicas, tai chi acuático en el río y comunión con los espíritus de la tierra (o como lo ...
... describió Inés, “cenar ensalada de pasta con hormigas”), el campamento dormía, o al menos lo intentaba. De las tiendas salían sonidos propios de la intemperie compartida: algún ronquido rítmico, el crujido de esterillas poco convencidas, y una tos seca que venía de la zona de padres más maduros, probablemente producto de una infusión demasiado ambiciosa.
Por si parte, los niños dormían como troncos después de una jornada de kayak, cucarachas en el plato y guerra de almohadas con piedras dentro. La luna brillaba, los grillos daban un concierto de fondo, y César estaba medio dormido en su tienda, con el pantalón del chándal mal puesto y una media colgando de la lámpara frontal como si fuera la bandera de un país olvidado.
De pronto, una cremallera.
No la suya.
La de la tienda.
Se incorporó como quien sospecha que un mapache le está robando el cargador del móvil, pero no, era Marisa, envuelta en una túnica que parecía una mezcla entre bata de salto de cama y cortina de festival de arte, con el cabello pelirrojo recogido en una trenza desordenada y una expresión mística en la cara.
—Hola, César —susurró—. ¿Estás alineado?
—¿Eh?
—Tu energía —dijo ella, sentándose de rodillas con suavidad felina ligeramente errática —. Tu chakra raíz... vibra raro.
—¿Mi qué?
—Estoy aquí para hacerte una limpieza.
—Marisa… ¿Es que te has tomado algo?
-Claro que no… - dijo, pero su aliento apestaba a licor de absenta, y sus pupilas hablaban por sí solas. Estaban tan ...