LNE (8). La forma del fango
Fecha: 30/09/2025,
Categorías:
Grandes Series,
Autor: Schizoid, Fuente: TodoRelatos
... “esto se hace así”. Pensaba en que su cuerpo, ese territorio tan suyo, había descubierto un sendero nuevo. Uno lento, íntimo, y profundamente suyo.
Y en silencio, sin gestos teatrales ni palabras urgentes, le indicó que había llegado la hora de cruzar el umbral.
***
César exhaló despacio, como si soltar aire fuera también soltar nervios. Su polla estaba tan embadurnada de lubricante que brillaba con luz propia, y él empujaba despacio, muy despacio, mientras Cristina, con la frente apoyada en el colchón, dejaba que su culo se abriera milímetro a milímetro, entre suspiros cortos y murmullos apenas pronunciados.
—¿A esto le llamas lento, cabrón? —jadeó ella, sin moverse, momentáneamente clavada a la cama. Alzó la cabeza. Sus ojos, oscuros y entrecerrados, brillaban con una mezcla deliciosa de tensión, humor, lascivia, entrega.
—¿Prefieres rápido? —respondió César, empujando apenas con la cadera.
Cristina contuvo el aliento, al notar la polla entrando más y más, y su gesto fue más elocuente que cualquier palabra.
Él sonrió, satisfecho por el efecto. Nunca se había sentido tan poderoso desde que venció en un torneo de fútbol sala siendo máximo goleador. Pero es que esto era otra cosa. No una competencia. Un juego. Uno íntimo, desafiante, donde él estaba desvirgando el mejor culo de todo el colegio.
—Me gusta el contraste —dijo ella, en voz baja—. Tan delicado… y al mismo tiempo, ahora mismo…
—¿Tan qué? —susurró él, sin darle tregua, empezando a ...
... sacar lentamente la verga.
—Ayyy… tan intensooo…
Cristina cerró los ojos y apretó la mandíbula un segundo, porque esa polla estaba le atravesando el cuerpo como un suspiro largo. Lo sentía. Lo veía en su forma de tocarla, de detenerse en los detalles. De respetarla, incluso cuando la deseaba sin disimulo.
Ella se movió un poco, experimentando. César comenzó a salir y entrar despacio, rindiendo ese culazo con paciencia pero con determinación. Lo estaba haciendo. Le estaba rompiendo el culo.
—No… te… muevas —suplicó, lastimera, y su voz salió más grave de lo que esperaba.
—Como desees...
Ella se acomodó un poco con una lentitud ensayada, milimétrica, como quien juega con una llama sin quemarse, buscando relajar y facilitar la penetración. En cuanto se aflojó un momento, César empezó de nuevo con un ritmo está vez más claro. Sin empujar, sin invadir, sin conquistar, pero acompañado. Abriendo espacio. Dentro y fuera, de forma fluida, natural, como si el culo hasta hoy virgen de Cristina estuviese moldeado para recibir su polla.
—Así… —murmuró ella, con los labios apenas separados—. Así está bien…
César la miró, rendida, totalmente sumisa y ofrecida. Había algo profundamente hermoso en verla así, centrada en sus propias sensaciones, sin necesidad de esconder nada. Su cuerpo se arqueaba con naturalidad, y aunque todavía había tensión, ya no era defensa: era intensidad. El límite que empieza a volverse deseo.
—Eres increíble —dijo él—. Tienes el culo ...