Gabriela: Mi primera vez con una mujer… - Relatos Eróticos

Gabriela: Mi primera vez con una mujer…

... vida. No era la primera vez que se acostaba con otra mujer.

Lo que sí esperaba era que esto no se convirtiera en un problema en el trabajo. Ahí estaba el verdadero riesgo. No tenía intención de complicarse la vida por una aventura. Graciela era encantadora, pero casada, con una vida establecida y demasiadas ataduras. Lo último que necesitaba era una compañera de trabajo llena de dilemas y arrepentimientos y mucho menos que se enamorase de ella.

Dio una calada y soltó el humo lentamente. Tal vez Graciela se lo tomaría como lo que era: un desliz, una noche de curiosidad saciada. O tal vez entraría en crisis y eso podría traerle consecuencias a ella. El sexo había estado bien, pero no lo suficiente como para lidiar con arrepentimientos ajenos o, peor aún, con alguien enganchándose emocionalmente.

Apagó el cigarro en el cenicero de la mesilla y se dio la vuelta, buscando una ubicación seca en las sábanas húmedas de la corrida de Graciela.

El sábado por la mañana, mientras cambiaba las sábanas de la cama, se acordó de que tenía que llamar a Hanna. Lucía se quedó mirando el teléfono durante un rato antes de tomar aire y marcar el número de Hanna. Sabía que la conversación no iba a ser fácil, pero no tenía opción. Necesitaba parar. No tenía ni idea de lo que podría pasar con Matt, pero tenía que parar… por lo menos temporalmente.

17

El lunes Lucía entró en la recepción del hotel con una extraña sensación en el estómago. No sabía exactamente qué esperaba encontrar, ...

... pero al ver a Graciela en su puesto, impecable como siempre con su uniforme impoluto y su moño perfectamente recogido, sintió un leve nerviosismo.

Graciela alzó la vista y sus ojos se encontraron por un instante. Fue sólo un segundo, pero suficiente para que ambas recordaran la noche del viernes.

Lucía tomó aire y se acercó con la intención de hablar con naturalidad, sin darle demasiada importancia a lo ocurrido.

—Buenas noches —dijo, apoyando los codos en el mostrador.

—Buenas noches —respondió Graciela con una media sonrisa y total tranquilidad—. Qué puntual, señorita.

Lucía frunció levemente el ceño.

—¿Esperabas que llegara tarde?

—Bueno, después de un fin de semana tan… intenso, no me habría sorprendido —respondió Graciela, mirándola de reojo con diversión.

Lucía suspiró. —Mira, sobre lo del otro día… —empezó a decir, pero Graciela levantó una ceja con curiosidad.

—¿Qué pasa con lo del otro día?

—Fue… —Lucía se mojó los labios—. Fue maravilloso, pero quiero dejar claro que no quiero ataduras afectivas ni historias complicadas.

Graciela la miró durante un segundo en completo silencio… y luego soltó una carcajada.

Lucía se quedó paralizada. —¿De qué te ríes?

Graciela negó con la cabeza, intentando calmarse.

—Ay, Lucía… ¿De verdad crees que yo estaba aquí esperando una declaración de amor?

Lucía parpadeó, un poco desconcertada.

—Bueno… no sé. Después de cómo reaccionaste cuando saliste de mi casa, pensé que…

—¿Que me iba a ...