Gabriela: Mi primera vez con una mujer… - Relatos Eróticos

Gabriela: Mi primera vez con una mujer…

... tampoco supo cómo manejarlo. Para un hombre que ama de verdad, ver esto… Es difícil. No porque sea celoso o inseguro, sino porque te muestra de una manera que probablemente sintió que sólo él debería ver.

Lucía cerró los ojos un momento antes de responder.

—Pero no estaba con él cuando me las hicieron.

—Eso da igual. Puede que incluso sea peor.

Lucía suspiró.

—¿Tú qué habrías hecho?

—¿Si fuera hombre?… probablemente me habría vuelto loco.

Lucía rio suavemente y sirvió dos gin tonics más. La sensación de afinidad entre ellas era agradable.

Lucía desvió la mirada hacia la caja. Respiró hondo y volvió a meter el book de Santorini en la caja. Luego, sacó otro. Más delgado, más discreto. Lo sostuvo entre las manos, como si le costara soltarlo.

—Este es diferente —dijo en voz baja.

Graciela la observó con curiosidad.

—¿En qué sentido?

Lucía no respondió de inmediato. Se limitó a abrir el book y pasar la primera página.

La imagen que apareció dejó a Graciela sin palabras.

Emma y Lucía estaban en una tumbona en la piscina de Santorini. Emma estaba en topless, su melena cayendo en cascada sobre su hombro. Lucía, a su lado, se había soltado la parte de abajo del bikini que parecía, resbalar sutilmente por sus piernas. No se tocaban, pero sus cuerpos estaban tan cerca que la tensión entre ellas era palpable.

Graciela tragó saliva y pasó la página.

La siguiente imagen era incluso más impactante. Emma estaba sentada en el borde de la ...

... piscina, con una copa de champán en la mano, su mirada fija en Lucía. Lucía, arrodillada frente a ella, le apartaba un mechón de pelo de la cara. Sus ojos se encontraban en un punto medio, como si el fotógrafo hubiera capturado el instante exacto en el que el aire entre ellas se volvía eléctrico.

—Dios… —susurró Graciela, incapaz de apartar la vista.

Lucía sonrió con nostalgia.

—Erais pura química.

Pasaron a la siguiente página.

Ahora, Emma estaba detrás de Lucía, con las manos apoyadas en su cintura. Lucía, completamente desnuda, inclinaba la cabeza hacia un lado, cerrando los ojos mientras Emma rozaba su cuello con los labios. La expresión de ambas era intensa, casi íntima.

Graciela sintió un escalofrío.

—Esto no es sólo una sesión de fotos —dijo sin dejar de mirar la imagen.

Lucía negó con la cabeza lentamente.

—No, no lo era.

Graciela siguió pasando las páginas.

Las siguientes eran las fotos más atrevidas. Aquí se veían ya las caricias, los roces. Había fotos en las que estaban interactuando juntas en una cama deshecha, con el sol de la tarde colándose por las cortinas y tiñendo la escena de un dorado suave. En otras, reían, con sus rostros a escasos centímetros, como si estuvieran compartiendo un secreto. En una de las más impactantes, Emma tenía los dedos apoyados en el pezón de Lucía, inclinando su rostro y con la lengua rozándolo.

Graciela se quedó mirando esa imagen durante varios segundos.

—Joder, Lucía…

Lucía suspiró.

—Para ...