Úrsula - Relatos Eróticos

Úrsula

... caminar hacia nosotros. Obedecen resignadas, caminan despacio, mirada hacia el suelo, el miedo se puede oler.

El sinvergüenza del maestro de costura hace los uniformes. Cortos, sin mangas y con un gran escote triangular. Tan cortos que al caminar se les ve todo: el coño por delante y el culo por detrás. También veo los senos de las tres muchachas. Vaya!!! Tres mujeres tetonas, van a tener mucho éxito aquí, los guardias harán cola para pasar la noche con ellas, van a traernos arrobas de fruta y vino… Son diferentes pero las tres son jóvenes y hermosas. Las condiciones aquí las marchitarán rápidamente.

La más tetuda es un poco gordita pero también alta y fuerte. Adelgazará por mucha fruta que le regalen… Piel blanca y rosada, pelo negro y ondulado. Si no obedece, le afeitaré la cabeza. Muy guapa, una manzana fresca que se pudrirá sin remedio.

La segunda es pequeña, piel tostada ni muy morena ni muy blanca, pelo negro y rizado, ojos verdes que se esfuerzan por no cruzar mirada conmigo o con el sargento. Su cuerpo es pequeño pero destaca por sus formas curvas: grandes senos y grandes nalgas. Otra que volverá locos a estos brutos. Una fruta dulce que se secará y arrugará en poco tiempo.

La última tiene una larga melena trigueña. Espero que se porte mal para poder raparla. Ojos claros y cara de angelito. Ha trabajado en el campo, su piel, debió de ser inicialmente blanca pero se ha bronceado ligeramente. Sus senos son dos grandes bultos de carne, los veo blancos, un ...

... poco enrojecidos… Esa parte del cuerpo no había visto el sol hasta hace poco. A ver cómo organizo las visitas a estas tres maravillas mientras aun conserven la piel suave. Esta es un pastelito que se pondrá duro y rancio…

Les doy la bienvenida con mi frases preferida:

Soy Úrsula… Y me han nombrado capataz de las mujeres. Yo seré lo más parecido a dios que vais a conocer aquí.

Las tres asienten sin dejar de mirar al suelo. Las tres están mirando fijamente a mis grilletes… Sí, nada más verme lo saben, soy una de ellas, además una traidora.

Las pongo a trabajar sin más… Nos vendrán bien más brazos y ellas aún conservan la fuerza de la juventud. No necesito conocer sus nombres ni sus delitos. En algún momento me contarán su vida y yo las ignoraré. Como todas, se declararán inocentes… ¡¡¡Ja!!! Meretrices o ladronas, seguro que las dos cosas.

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CAE LA NOCHE:

Ya casi no hay luz, es momento de anunciar el final del día. Enciendo las antorchas. Les grito a todas:

Cada una debe terminar con la piedra que esté triturando.

La primera que termina camina hacia mí en actitud sumisa. Así me gusta. Abro el arcón que contiene los cepos para las muñecas. La mujer sabe lo que le espera y extiende sus manos juntas hacia mí. Sin piedad le coloco el cepo, una pequeño artilugio de bronce, inevitablemente oxidado, formado por dos piezas unidas por una bisagra. Encajo las dos piezas atrapando las estrechas muñecas de la chica, el ...