-
El precio de ser yo - Capítulo 1 (Introducción)
Fecha: 29/10/2025, Categorías: Transexuales Autor: escritorprin, Fuente: TodoRelatos
... Carlos, que eran más altos, mucho más corpulentos y muy morenos casi negruzcos, yo era una fotocopia de mi madre, cuyo apodo en el pueblo era la sueca por su aspecto nórdico. Alguna vecina, en tono jocoso, comentaba con mucha mala leche que mi madre tenía una digna sucesora de su belleza en mí, haciendo una clara alusión a mi cada vez más acusada y potenciada androginia. Yo ante el comentario de mi tío, solo pude reírme y asentir y seguir caminando junto a ellos hacia el coche. Al poco rato, tras una charla donde ambos se interesaron por mi vida y por la de mi familia en el pueblo, ya estábamos entrando en un garaje de un edifico muy bonito y elegante de Chamberí que no conocía ya que, al morir mi tía, mi tío había vendido su piso familiar cerca de Ferraz y se había comprado este nuevo piso en dónde aún yo no había estado. A decir verdad, el piso era muy bonito, amplio y luminoso. Mi tío, al ser arquitecto, lo había diseñado todo con sumo detalle y se notaba porque, tras la reforma que le había hecho, había quedado precioso. Era un piso exterior con un amplio salón abierto a la cocina y al comedor y tres dormitorios y dos baños. Mi tío tenía su propio baño y yo usaría el otro con mi primo. Tras enseñarme la casa, llevaron mis maletas al que era el dormitorio de mi prima Anita para que me instalara en él. Era un dormitorio grande con una cama de matrimonio, dos mesillas de noche, un armario empotrado bastante grande, mi propia TV en la pared y un escritorio amplio para ...
... que pudiera estudiar. Ambos se rieron de mi ocurrencia. Cuando escuche esa revelación, mi corazón empezó a ir a mil. Mi tío continuó: Yo le correspondí con una sonrisa mientras mil ideas me pasaban por la cabeza. Los dos salieron de mi dormitorio cerrando la puerta tras de ellos. Al quedarme solo, solo pensaba el momento en que podía ver todo lo que mi prima Ana había dejado. Era consciente de que ella tenía un gusto exquisito y sabía que me iba a maravillar todo lo que podría encontrar bajo la cama. Casi no podía aguantar la ansiedad pero sabía que tenía que esperar el mejor momento en el que poder hacerlo tranquilo sin que me pudieran ver porque no tendría forma de explicarlo si me pillaran. Y es que a pesar de mis preocupaciones por terminar el curso, por la selectividad y por la mudanza a Madrid, mis deseos de convertirme, al menos en la intimidad, en una mujer, no habían cesado. La caja de Pandora que había abierto Marcelo hacía más de un año ya, definitivamente, no la podía cerrar nadie. Pero tenía que actuar con cautela porque ni mi tío ni mi primo ni nadie debían enterarse de nada. No era capaz de adivinar las posibles consecuencias de ello y mi estancia en Madrid no podría peligrar por nada en el mundo. Por lo que enfrié mis pensamientos más primitivos y me dediqué a cosas más prácticas y necesarias como deshacer mis dos maletas y hacer esa habitación un poco más mía. Coloqué toda mi ropa en el armario, puse mi portátil y mis libros en el escritorio y ...