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La Niña Mala
Fecha: 03/11/2025, Categorías: Dominación / BDSM, Autor: JackDMellon, Fuente: TodoRelatos
Lo primero que veo al despertarme es el coño de mi Ama, peludo, jugoso, oloroso. Me empleo a fondo con él. Mi boca saborea el flujo de toda la noche. Mi Ama siempre se despierta deseando que la satisfaga, y nada más levantarse, levanta su camisón, y con un ligero movimiento de su mano, mueve mi cabeza, posada sobre sus ingles. Es a mi Ama a quien pertenezco, y como niña buena, tengo que obedecer. Se lo lamo durante un rato, estimulando su clítoris, pasando por la entrada de su vagina, vedada al apéndice que cuelga encerrado entre mis piernas. De vez en cuando, meto un poco la lengua. En ocasiones, el olor de su sexo es tan excitante que no puedo aguantar las ganas de pegar un mordisco. Entonces, mi Ama me pega un ligero bofetón, y yo rectifico sonrojada. Cuando está lo suficientemente satisfecha, me ordena vestirme y prepararle el desayuno. Hago un asentimiento, y me pongo mi traje de criada: un vestido blanco y negro. La falda corta, hasta medio muslo. A veces llevo bragas, pero otras, el Ama disfruta de ver mi clítoris encerrado en una jaula de castidad. Dice que las niñas buenas no se tocan ahí abajo, y cómo antes tenía el vicio de tocar donde no debía, me lo ha encerrado en una jaula bajo llave. De vez en cuando, me la libera, y juega conmigo, haciéndome rabiar de desesperación, pues siempre me deja insatisfecho. Y yo, de forma extraña, encuentro placentera la tensión y frustración humillantes a la que mi Ama me somete. Tengo fe absoluta en ella, y ella sabe lo que ...
... quiero y lo que me conviene. A veces, para divertirse, cuelga una campanilla, para que suene al andar. En muchas ocasiones, me ordena limpiar los bajos del mueble, o recoger algo del suelo, solo para admirar mis posaderas desnudas y la campanilla titilando burlona desde mi inservible miembro. Bajo a la cocina, y le preparo el desayuno: un vaso de leche calentita, y unas magdalenas. Subo al cuarto, despacio, con cuidado de no tirar la bandeja, mientras la leche se balancea dentro de la taza, en una amenaza prometedora. Mi Ama me ha castigado en muchas ocasiones. De hecho, todo comenzó como un castigo. Un día, fatídico o maravilloso, según se mire, en la que mi Ama decidió tomar las riendas de la relación, y cayó sobre mí toda la furia de siglos y siglos de represión. Decidió imponer su orden. Me fue vedado el acceso a mi cosita, junto con mis ropas de hombre, y me transformó en una niña, como habían sido las mujeres durante toda la historia: niñas obedientes y sumisas, expuestas, vulnerables. Así se vengaría mi Ama del hombre. Transformaría mi hombría en una caricatura de la fantasía sexual de muchos hombres. Sería una niña obediente y sumisa, sometida a las vejaciones de mi queridísima Ama. Pero no era una niña buena. No. Nunca llegaría a serlo, y por eso me humilla y me azota, y me ordena. Empezó poco a poco. Primero, me exigió sumisión, y yo acepté gustoso. Luego, me depilo el vello corporal. «Una niña buena no se deja crecer el pelo en ningún sitio», y me vi con las ...