La Niña Mala - Relatos Eróticos

La Niña Mala

... mis quehaceres, vi lo que mi Ama había preparado mientras se echaba la siesta. Lo había dispuesto todo: la cama llena de pétalos recogidos el día anterior, velas aromáticas en el suelo, persianas bajadas, …

Cierra la puerta tras de mí, y me guía hasta el borde de la cama, donde se sienta.

—Sobre las rodillas. ¡Vamos!

Yo me inclino con cuidado sobre su regazo. Mi gusanito erecto entre sus carnes, y el culo en pompa. De debajo de la cama, saca una zapatilla. El primer zapatillazo me hace saltar las lágrimas.

—Gracias, Ama.

Otro más.

—¿Qué eres, luisita?

Otro más.

—Una niña mala.

Otro más.

—¿Y qué más, luisa?

Otro.

—Una puta, Ama.

Otro. Esta vez más fuerte.

—No te oigo.

Otro.

—Una puta que le gusta que la usen. Ay. Y que la follen. Porque se lo merece. Ay. Y que disfruta cuando usan su coñito.

Un último zurriagazo.

—¿Y quien te usa?

Entre jadeos y lágrimas, el pene erecto aprisionado entre los muslos de mi Ama, respondo:

—Tú, mi Ama. Solo tú. Soy toda tuya. Tu puta. Tu guarra. Tu niña mala.

Y llega el silencio, con la mano de mi Ama acariciando las posaderas de esta niña mala que le ha jurado y perjurado que es suya. Solo suya. Para ella. Que ninguna mujer hará de esta niña ...

... mala una niña buena. Que solo ella sabe. Solo ella me conoce. Y que yo confío completamente en ella.

El día aún no ha terminado, y mi Ama aún tiene una última sorpresa para mí. Con lentitud, guía mi cuerpo hacia la cama, y me hace apoyar la cabeza sobre la almohada, mientras yergue mi coñito a las alturas. Y yo espero impaciente a que mi Ama se arme con su verga de mujer, tan dura o más que la de un hombre, tan limpia, tan placentera. Siento en la entrada la extensión de mi Ama, lubricada, preparada.

—Feliz cumpleaños, Amor mío.

Y comienza a penetrarme, mientras una mano agarra mis ataduras, y la otra agarra el pene, masturbándome mientras siento en mis entrañas su pene erecto, recorriendo con afluencia mi esfínter. Y yo no paro de gemir, junto a mi Amor, y siento que su mano desata mis ataduras, y que mi pene queda liberado de las caricias de mi Ama. Y vuelvo a masturbarme, mientras mi próstata es estimulada por ella. Y los dos nos corremos al unísono, en un concierto de gemidos y gritos de placer.

Permanecemos abrazados. Juntos. Lado a lado. Yo desnudo y ella vestida con un solo camisón, en mis brazos. Cuando se ha dormido, me levanto y apago las velas.

Al día siguiente, lo primero que ve mi esclava es la polla de su Amo.