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La Niña Mala
Fecha: 03/11/2025, Categorías: Dominación / BDSM, Autor: JackDMellon, Fuente: TodoRelatos
... respingón, unas piernas largas y estilizadas. Uñas de manos y pies coloreadas de colores pastel, y mi cajita rosita, encerrando mi cosita, volviendo grotesca y bella, la imagen de una niña mala, que nunca será una niña buena. Un hombre que no es mujer, pero que desea acercarse. Un castigo que da placer. Un desequilibrio que da estabilidad. Lo bello que existe en lo grotesco. La aceptación de los opuestos, de la sombra en armonía con la luz, volviendo a la persona completa ante el espejo. Y un ciclo de armonía, de luces y sombras, en el que el deseo y la responsabilidad van de la mano. Frente al espejo, olvido el papel que se me asigna en esta historia, y me acepto tal como soy, al igual que hace mi Ama. Dan las seis. Despierto a mi Ama de su letargo, dando leves golpes en la puerta. Nunca entro hasta que ella me lo indica. Pero hoy sé que no me dejará entrar. Y como respondiendo a mi deducción, responde desde el otro lado: —Date un paseo por el jardín. Yo te veo desde la ventana. —Si, Ama. Bajo al jardín, decorado con flores de todos los colores, aunque destacan las violetas, y los crisantemos, las favoritas de mi Ama. El jardín está compuesto por un caminito de piedra en doble espiral, rodeado de parterres y macetas, con distintas flores, llenando el lugar de fragancias. El ambiente es húmedo. Yo me encargo de regar las plantas junto a mi Ama, que poda las flores. La belleza del jardín es de una naturaleza acogedora, recogiendo en sus brazos de hojas, sus ...
... helechos, sus flores llamativas, a aquellos que se adentran en la espiral. El camino lleva al centro, en un pequeño descanso, con una fuente para pájaros y un banco de piedra. Allí, cuando llego, tal como mi Ama me ha ordenado, con la falda levantada mostrando a las flores mi inocencia, unos pajarillos están bebiendo, y su piar vespertino me da la bienvenida, y se posan en el hueco de mi falda levantada. Yo decido sentarme, antes de continuar, posando mi carne en la fría y húmeda piedra. Cuando me levanto, mis bragas están mojadas. Arrimo a los pajarillos al bebedero, y sigo el camino de la otra espiral hasta la salida del jardín. Mi Ama me espera en la puerta de casa. —Desnúdate, luisa. —¿Aquí fuera, mi Ama? —Haz cómo te digo. E hice. Primero, los zapatitos planos, sin medias. Se los doy a mi Ama y ella los deja bien colocados dentro, al lado de la puerta. Luego, las bragas. Hace que me gire y agache con la espalda recta, mostrando mi coño de niña mala y mi clítoris enjaulado mientras mis manos recorren mis piernas, bajando las bragas mojadas, cual si de mi coñito hubiera salido flujo. Después, sin dejar de darle la espalda, me subo el vestido, y se lo doy en la mano. Sólo me queda el sostén, el cual me hace quitar mirando al jardín, como si de un gran público se tratara, mostrando a los silenciosos espectadores mis pechitos. —Pon las manos a la espalda. Obedezco mientras el aire acariciaba mi piel recién depilada, expuesta sin brazos que la cubran, mi torso y mis ...