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corrompiendo a mamá
Fecha: 05/11/2025, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... hubiera percatado de ello, aun cuando mis amigos me decían lo “buenaza” que estaba? ¿Por qué tuve que mirarla desnuda y en una situación tan comprometedora para que el diablo se me hubiera metido y ahora todo en ella me pareciera tan lujurioso, prosaico y obsceno? Encima las putas mallas le quedaban como guante, y si tan solo hubiesen sido color carne habría sido como haberla visto encuerada. Para empeorarlo todo, en cada movimiento durante los cortes del pan, las vibraciones de sus impulsos le llegaban a las caderas, y de las caderas se pasaban a sus nalgas, y las nalgas oscilaban en círculos. Y el pene se me volvió a endurecer. Lo más monstruoso fue cuando miré que se le transparentaban unas bragas negras, cero combinación con el tono de las mallas, y que por el color tan fuerte traslucían hacia afuera. “Mierda, mamá.” Y a mamá no le importaba no haber encontrado unas bragas blancas que hicieran juego con sus mallas: no le importaba que sus bragas se le miraran a la perfección por las transparencias de la tela, que el centro de ellas estuviesen siendo mordidas por la raya de su culo. No le importaba verse tan… provocativa porque para ella ese outfit no era provocativo. Encima debía pensar que le valía un pepino cómo se vistiera si ahora estaba en su casa, y sabía que nadie la iba a criticar: ni siquiera Lucy, que era una criticona en potencia. Ella sabía que no tenía un hijo pervertido que de unas horas para acá no paraba de fantasear con ella y de ponerla ...
... en situaciones perversas donde ella era la protagonista. Donde él era el que le metía su falo en lugar del mango del utensilio. Apenas probé bocado, y mamá se preocupó. No quise mirarla demasiado. Me daba vergüenza. Creí que si miraba directamente a los ojos descubriría que la había espiado como un vil pajillero. Cuando les di las buenas noches a ella y a Lucy, me levanté y me fui. Mamá me alcanzó antes de subir las escaleras, “¿Te vas sin darle el beso a mamá?” Me detuve. Me volví a ella y le traté de sonreír. “Perdón, má, en serio, perdón, no sé dónde traigo la cabeza.” Su voluptuosa figura se acercó a mí. Con sus dedos acarició mis mejillas y casi al instante mi falo respingó. De cerca me di cuenta que no traía sostén, que sus enormes pezones se le marcaban delante de la blusa blanca que traía, y que la luz directa de la lámpara del techo que colgaba justo arriba de nosotros era la causante de que se pudiera transparentar la sombra de su pezón y su areola. “¿Estás bien, hijo?” me dijo ella preocupaba “Ni siquiera te terminaste el chocolate.” “Sugey, tampoco se comió el postre, regáñalo” me denunció mi hermana gritando desde la mesa. Sí, Lucy llamaba a mamá por su nombre “Sugey.” “Tú dedícate a tus asuntos, niña, y por enésima vez te digo que no me llames Sugey, que todavía soy tu madre.” Mi hermana se puso a reír y yo tragué saliva, ante la imponente presencia de mi madre. Ella me dedicó una mirada maternal, pero yo sólo podía recordar su ...