1. Juventud programada


    Fecha: 10/11/2025, Categorías: Dominación / BDSM, Intercambios Autor: Ericl, Fuente: SexoSinTabues30

    ... de mi verga, así que nos complementamos divinamente».
    
    Se tejió un vínculo profundo. Samantha, marcada inicialmente por el rol que alguna vez tuvo que cumplir frente a una cámara, aprendió a ser simplemente ella misma: deseada, elegida y dueña de su propio placer.
    
    Pero, como si el destino quisiera desafiarlos aún más, apareció Alex, amigo íntimo de Theodore desde hacía años. Alto, con una presencia que parecía llenar la habitación con su sola energía, Alex tenía un magnetismo distinto al de Theodore: audaz, provocador, capaz de encender algo nuevo en cualquier ambiente.
    
    La oportunidad surgió por una excusa de trabajo: Alex, que vivía en otra ciudad desde hacía un par de años, debía visitar la ciudad de Theodore para una reunión profesional. Para Theodore era la ocasión perfecta; Alex había sido siempre su confidente u conocía de Samantha desde el momento en que Theodore la vio en el video, el único que conocía hasta dónde se atrevería a llegar, y ahora ella lo conocería también.
    
    Samantha, al principio, sintió una mezcla de curiosidad y cautela. La idea de un tercero en su relación era un poco aterradora, un juego que desafiaba su mente tanto como su cuerpo. Cuando Alex entró al apartamento, su mirada directa y su sonrisa confiada la hicieron estremecerse.
    
    La primera interacción fue sutil: una charla ligera sobre el trabajo, algunas risas compartidas, miradas que se cruzaban con un aire de complicidad entre los hombres. Pero pronto, las manos de Alex rozaron ...
    ... “casualmente” el brazo de Samantha, y ella sintió cómo ese toque encendía un calor inesperado que le subía por la espalda hasta la nuca. Fue apenas un roce, un gesto que podía haber pasado desapercibido, pero en su cuerpo se transformó en un latido urgente. Theodore lo observaba todo con esa mezcla de amor, deseo y orgullo que lo hacía distinto: su aprobación tácita era como una llave que abría la puerta a lo prohibido.
    
    El alcohol que Samantha había empezado a beber esa tarde, más por obligación que por gusto, corría ya por sus venas, aflojando sus defensas y enrojeciendo sus mejillas. Sus sentidos se agudizaron, cada roce se volvía eléctrico, cada mirada de los dos hombres frente a ella era un disparador de placer que la dejaba suspendida entre vértigo y entrega. Alex acercó sus labios a su oído y dijo algo que apenas escuchó —el murmullo mismo era suficiente para erizarle la piel— mientras Theodore se mantenía frente a ella, mirándola con una intensidad, como si fuera el centro de una obsesión compartida.
    
    Alex fue el primero en imponerse: le apartó un mechón húmedo de la frente y hundió su boca en el cuello de Samantha, besándola con una presión firme, arrastrando los labios hasta morderle la piel, marcándola como suya. Al mismo tiempo, Theodore deslizó una mano bajo el vestido, subiendo sin prisa pero sin pausa por sus muslos. Sus dedos rozaban apenas, como si quisiera torturarla con la espera, hasta que finalmente se colaron por el borde de su ropa interior, tanteando ...
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