Su última adquisición, Cap. 10 - Relatos Eróticos

Su última adquisición, Cap. 10

... incomodidad y se rebelaba. Solía ser castigada por ese tipo de incidente, aunque rara vez era algo particularmente doloroso. Charles y Evelyn evitaban el dolor intenso, aunque permitían a sus invitados hacer lo que quisieran, siempre que no le hicieran sangre. La resistencia deem aumentó.

Las salvajes descargas de endorfinas la mantuvieron cuerda... y durante días no abandonó la sensual y vertiginosa dicha. Nadaba de una escena a otra, sin preguntarse nunca si había algo más en la vida aparte de lo que estaba sucediendo ahora. Como si estar drogada para siempre fuera la opción perfecta.

Muchas de las escenas diarias deem eran grabadas en video y enviadas al sitio web del Gremio, en particular a su propietario.em pudo ver su imagen en internet, sabiendo que su cuerpo y su rostro eran objeto de las miradas lascivas de cientos de miles de hombres excitados, presa fácil para masturbarse.

Dos semanas, seis semanas, una docena… las semanas se extendieron durante una temporada, aunque en el sur de Florida hay pocas estaciones de las que preocuparse. El clima era tan constante como la rutina deem… hasta que la rutina se volvió demasiado rutinaria. Incluso la exuberante Evelyn y el otrora coqueto Charles estaban pensando en un cambio.

¿Yem? ¿Qué importaba una polla más dentro de su coño? ¿Una paliza más? ¿Una subasta más o una mano acariciadora?

Aunqueem era la mascota de Evelyn, Charles era quien más se acercaba a cuidarla de alguna manera más allá del aspecto sexual. ...

... En sus tardes más tranquilas, la llevaba aparte y hablaban de aquella forma de vida y de las experiencias. Él le hacía preguntas... ¿Cómo lo llevaba? ¿Cómo se sentía respecto a su esclavitud? ¿Cómo se veía ella misma en el futuro?

Al principio,em respondía a estas preguntas con respuestas fáciles, sacadas directamente del manual de reglas de la esclava. Una buena esclava se aprendía sus diálogos sin necesidad de que se los dijeran. “Estoy bien, señor.” “Ser esclava es lo que soy, señor.” “No veo un futuro, señor, eso lo determinará mi dueño.”

Al principio, Charles se mostró satisfecho con estas respuestas. Semanas después, se sintió descontento y preguntó con más atención.

“Tienes permiso para discrepar con nosotros, para odiar cosas, temer a los demás, desear lo que no te damos. No puedo prometerte que nada cambie, pero quiero que explores tu corazón y encuentres lo que hay ahí. Dime lo que no estás diciendo.”

em solía pensar en sus preguntas por las noches, cuando estaba atada en su camastro, en la habitación blanca. Empezaron a surgir pequeñas cosas, y con algunas desenterradas, surgieron algunos pensamientos más propios de una liberación. Cosas sencillas: un poco de dolor, un sentimiento de traición y el anhelo de algo que ahora se daba cuenta de que extrañaba.

"¿Llama alguna vez mi dueño para preguntar por mí?" preguntó. No había hablado con Justin desde que la envió a Florida.

Charles no estaba seguro de cómo responder: si decir la verdad o algo para ...