1. El esposo del Mafioso. Cap XI


    Fecha: 11/12/2025, Categorías: Gays Autor: Fiore, Fuente: TodoRelatos

    ... permitido salir de casa? ¿O debo pedirte permiso? ¿Puedo ver a mi familia? ¿A mis amigos?
    
    —Nunca te impediré ver a tu familia —respondió Pietro, aún con tono serio—. No quiero que creas que eres mi prisionero.
    
    Se inclinó un poco hacia él.
    
    —En cuanto a tus amigos… depende.
    
    Augusto levantó la vista.
    
    —¿Cómo que depende?
    
    Pietro lo sostuvo con la mirada
    
    —Si se trata de alguna de tus amiguitas que frecuentabas antes… no quiero que las veas a solas.
    
    Augusto tragó saliva. Claro que había tenido algunas amigas con derecho. Pero no esperaba que Pietro estuviera enterado. Aun así, no era tan estúpido como para traicionarlo. Sabía que ni con todo el amor del mundo se salvaría del castigo si lo hacía.
    
    —Ahora es diferente —dijo, con tono más tranquilo—. Estamos casados.
    
    —Me alegra que lo recuerdes. Y que no hagas nada imprudente.
    
    La amenaza velada en su tono lo hizo apretar los puños. Pero no se iba a quedar callado.
    
    —¿Y qué hay de tus “amistades”? ¿También vas a evitar verte a solas con ellas? Uno intentó matarme… y la otra te visitó en nuestra casa como si nada.
    
    Pietro sonrió. No de burla. De satisfacción. ¿Era eso celos? ¿Por fin?
    
    —Angelo apareció porque dejé de verlo, incluso antes de casarnos. —Su voz sonó firme—. Y Bianca es solo una amiga. No tengo amantes, Augusto. Ni hombres… ni mujeres. Solo soy tuyo.
    
    Augusto se quedó en silencio unos segundos. Luego, con voz neutra, devolvió el golpe:
    
    —Bien. Espero que no hagas nada ...
    ... imprudente.
    
    Pietro soltó una leve risa. Lo estaba provocando. Y le encantaba.
    
    Pietro terminó su café y se levantó sin decir más. Tomó su chaqueta del respaldo de la silla, pero Augusto no desvió la mirada. Seguía allí, con la bata suelta, una pierna cruzada, mirándolo con ese aire desafiante.
    
    —Puedes hacer lo que te plazca, solo no hagas nada imprudente hoy —le dijo Pietro con tono serio, abrochándose el puño de la camisa.
    
    —Tú tampoco… o tal vez tenga que castigarte yo —respondió Augusto, alzando apenas una ceja.
    
    Pietro se quedó inmóvil, esa frase había prendido un incendio dentro de él. Lo miró. Y supo que había cambiado de planes.
    
    Soltó la chaqueta, dio tres pasos largos y empujó la silla hacia atrás para hacer espacio. En un segundo, lo tenía de pie, acorralado contra la mesa del comedor.
    
    —¿Tú me vas a castigar? —susurró Pietro, acercando su rostro al de Augusto.
    
    —Podría intentarlo…—Augusto susurro desafiante, sin miedo.
    
    No le dio tiempo de más. Pietro lo besó con furia, con hambre, con una mano enredada en su cabello y la otra bajándole la bata con brusquedad. Lo hizo girar de golpe, empujándolo contra la mesa de mármol. Los platos temblaron. Un vaso se volcó, pero le prestaron atención.
    
    —No te das cuenta, ¿verdad? No tienes idea de lo que me haces cuando hablas así.
    
    —¿Aquí? —alcanzó a decir Augusto, jadeando.
    
    —Aquí. Y vas a rogarme que no pare.
    
    Le bajó los bóxers de un tirón y le acarició la entrada con la palma abierta, húmeda de su propia ...
«12...4567»