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El esposo del Mafioso. Cap XI
Fecha: 11/12/2025, Categorías: Gays Autor: Fiore, Fuente: TodoRelatos
... saliva. —¿Qué haces? ¡Aquí no…! —susurró, mirando nervioso hacia la puerta. —¿Y si alguien nos ve? — entonces Augusto sintió vergüenza y miedo a ser visto de esa manera. Pero Petro no se detuvo, seguía estimulando la entrada de su esposo con sus dedos. Augusto intentaba jadear en silencio para no llamar la atención. —Tu me provocaste amor, tu sabes lo que pasa cuando me amenazan— le dijo introduciendo sus dedos en la entrada de Augusto. —No, Pietro… espera, no aquí —insistió Augusto, con la voz entrecortada—. Alguien puede… —Shh… ya tomaste tu decisión cuando abriste esa boca —le susurró Pietro, mientras desabrochaba su pantalón con una mano, liberando su erección tensa y caliente. Escupió su mano para lubricar su miembro y comenzó frotarlo sobre su entrada. Augusto se tensó, el cuerpo decía que no… pero su piel ardía, temblaba, se abría sin querer. —No te resistas… sabes que lo quieres. Eres mío, aquí y en donde yo quiera… Y lo penetró de golpe, empujando hasta el fondo con una sola estocada. Augusto apretó los dientes para no gritar. Sus manos se clavaron en el borde de la mesa, su cuerpo entero temblaba. —¡Pietro… no…! —susurró— nos pueden ver… —Que vean. Quiero que todo el mundo sepa que me perteneces y que te gusta ser mío — le dijo jadeando en su oído. Pietro lo sujetó por la cintura y comenzó a moverse sin pausa, sin piedad. —¿Te da vergüenza? —jadeó Pietro— ¿Por eso te siento más apretado, ah? Augusto no respondió. Se mordía el ...
... labio para no gritar. El placer le subía como un fuego por su columna, el placer lo estaba envolviendo y lo consumía. Las piernas le temblaban. Cada embestida hacía temblar los cubiertos. La vajilla crujía al ritmo de los gemidos ahogados de Augusto. Pero él no pedía que se detuviera. Al contrario. —Más fuerte… —susurró, con la voz quebrada. Pietro le mordió el hombro. —¿Así, amor? Y empujó más. Más profundo. Más sucio. Lo marcó con cada golpe de cadera, jadeando sobre su cuello, sintiendo cómo su cuerpo temblaba de placer. —Me estás haciendo… —jadeó— me estoy viniendo…—dijo Augusto tratando de acallar sus gemidos —Hazlo. En mi mesa. Termina para mí.—le ordenó Pietro, penetrandolo más fuerte Augusto se vino sin tocarse, derramándose sobre la mesa con un gemido ronco que hizo eco en todo el comedor. Pietro llegó segundos después, entrando hasta el fondo, temblando contra su espalda, sus labios rozando el lóbulo de su oreja. —La próxima vez que me provoques… voy a cogerte en frente de todos. Para que sepan que me perteneces. Se quedaron así unos segundos, respirando agitados. Luego, Pietro se retiró, se abrochó los pantalones, tomó su chaqueta y le dejó un beso en el cuello, suave, casi tierno. —Ahora sí… me voy a trabajar. Augusto, aún inclinado sobre la mesa, con el cuerpo temblando, no pudo evitar sonreír entre jadeos. —Maldito… —susurró. Augusto con la respiración agitada y una sonrisa que no podía evitar. Pero ya sabía que esa ...