1. Ciudad Caliente (1)


    Fecha: 18/12/2025, Categorías: Grandes Series, Autor: PerseoRelatos, Fuente: TodoRelatos

    Nota del autor:
    
    Bueeenas, estimados lectores. Esta historia varía un poco de los géneros que normalmente escribo (sólo un poco, eh), realmente la historia podría ser encasillada en distintos géneros: dominación, sexo con maduras, infidelidad, etc, etc... Por eso he decidido añadirla en Grandes series, esperando que llegue al público que la pueda apreciar. Basta decir también que el ritmo es un poco distinto tratándose de otro género. Ahora sí, sin más que añadir, la historia:
    
    Las cajas se apilaban en columnas erráticas, conteniendo en su mayoría promesas incumplidas y las últimas migajas de la vida anterior. La cocina improvisada de la casa en Ciudad Caliente era un rectángulo angosto con paredes blancas y anaqueles aún vacíos.
    
    Alfonso González—el patriarca—ocupaba la cabecera de la diminuta mesa plegable, tamborileando un ritmo irregular con los nudillos, los ojos fijos en un punto al otro extremo del universo, lejos del bullicio. Los platos de cartón aguardaban tímidamente frente a cada miembro de la familia, saturados de grasa líquida y queso plastificado, cortesía de la única pizzería que aceptó entregar a domicilio en esa tarde de domingol. La pizza reposaba en su caja abierta, herida de muerte, con dos porciones mutiladas y una tercera en proceso de ejecución sumaria.
    
    —¿Te va gustando la zona, viejo? —dijo Diego, con la boca llena y una sonrisa premeditada, esperando la reacción mínima que fuera.
    
    Alfonso gruñó una sílaba—"Hm"—sin girar siquiera la ...
    ... cabeza. Aplastó la servilleta entre los dedos, sin limpiar nada.
    
    Isabel González movía de un lado a otro, asumiendo el rol de anfitriona aunque el escenario no tuviera nada de festivo. Su vestido azul claro apenas lograba resistir el embate de sus caderas y su busto abundante, pero ella parecía ajena a esa guerra sutil. Dejó caer un paquete de servilletas al centro de la mesa.
    
    —Coman, chicos. Hoy toca pizza, pero mañana ya cocino algo decente. Ya mañana tendré más tiempo para sacar todas nuestrs cosas.
    
    Matías y Diego se miraron y respondieron en estéreo, ambos sabiendo que mañana sería otra ronda de comida de entrega.
    
    —¡Sí, mami! —gritaron, y luego pelearon a codazos por la porción con más pepperoni.
    
    Constanza los observaba desde la esquina opuesta, las piernas cruzadas, la espalda recta como la columna de una emperatriz bizantina. A diferencia de sus hermanos, no se lanzaba sobre la comida ni alzaba la voz.
    
    —Sorprendente —murmuró, sin mirar a nadie en particular—. Universitarios que se comportan como si tuvieran 5 años.
    
    Isabel fingió no oír el comentario. Vio el gesto de Constanza, esa media sonrisa apenas perceptible, la forma en que inspeccionaba la mesa y sus habitantes como si estuviera sentada en una pecera y el resto fueran peces idiotas.
    
    El ambiente era tan denso que cualquier silencio se sentía como un acto de violencia.
    
    —¿Y tú, hija? ¿Pudiste encontrar algo…? —preguntó Isabel, mirando a Constanza.
    
    —Algo así. O sea, lo habitual. Hay una ...
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