1. Ciudad Caliente (1)


    Fecha: 18/12/2025, Categorías: Grandes Series, Autor: PerseoRelatos, Fuente: TodoRelatos

    ... Constanza, y por primera vez la máscara de indiferencia le vibró en la boca.
    
    Aldo, en cambio, se tomó el ritual como si fuese la consagración de un campeonato. Se arremangó, calibró la puntería, miró a Constanza de arriba abajo, y antes de que alguien pudiera anticipar el gesto, deslizó la mano izquierda por la espalda baja de ella, obligándola a arquear las vértebras hasta casi ofrecer el culo como un trofeo tallado en carne y tela ajustada. La sala entera dejó de respirar. Y ahí, con la precisión de quien conoce el peso exacto de la humillación, descargó la primera nalgada: no brutal, sino perfectamente elástica; el sonido de la palma estallando sobre la nalga fue metálico, como una moneda rebotando en una caja fuerte. Constanza sintió cómo el calor le subía en latigazos desde el punto de impacto, un ardor que no era del todo dolor, y trató de sostener la postura de indiferencia, pero la segunda palmada llegó con precisión de metrónomo. Esta vez el golpe fue doble, corrido apenas medio centímetro sobre la marca anterior, y un gritito escapó de la garganta de Constanza, imposible de atajar. Un temblor le cruzó el cuerpo y ella lo odiaba, se odiaba por mostrarlo, y odiaba aún más a Aldo por haber acertado el ritmo justo que desarmaba cualquier resistencia.
    
    Al incorporarse, sus ojos buscaron los de Aldo, y el chico le devolvió la mirada con un destello de triunfo.
    
    El círculo se desarmó un poco, ...
    ... cada cual bajando la guardia en la falsa comodidad de la risa. Pero el juego había dejado de ser inocente hacía rato.
    
    Isabel miró el reloj y, con la dignidad torpe del que no quiere que la noche termine, dijo:
    
    —Bueno, chicos. Fue muy divertido, pero mañana hay que levantarse temprano.
    
    Marcos y Santiago asintieron, aunque sin mucha convicción. Constanza tomó una botella de agua, la bebió de un trago y dijo:
    
    —Quédense ahí en la sala si quieren. Yo tengo que dormir.
    
    Pero ninguno se movió. Aldo se estiró en la alfombra, las piernas abiertas y los brazos detrás de la cabeza. Su pantalón le marcaba el bulto aún erecto, y el gesto era deliberado. Marcos y Santiago intercambiaron una mirada y se quedaron en silencio.
    
    Isabel fue la primera en abandonar el campo, camino a su cuarto, pero al cruzar la puerta se detuvo y miró por encima del hombro.
    
    —No hagan mucho ruido —dijo, y el tono era más una invitación que una advertencia.
    
    Constanza la siguió, cerrando la puerta de su cuarto con un portazo.
    
    En la sala, Aldo se incorporó y les murmuró a sus amigos:
    
    —Ahora es el momento. Yo voy por la hija. Ustedes, por la madre.
    
    Marcos y Santiago asintieron, y en sus sonrisas había la clase de hambre que sólo se ve en las películas o en las pesadillas.
    
    La casa entera estaba a punto de ser devorada.
    
    Nota del autor:
    
    Los siguientes 2 capítulos ya están disponibles enmi Patreon.
    
    Nos vemos! 
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