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Ciudad Caliente (1)
Fecha: 18/12/2025, Categorías: Grandes Series, Autor: PerseoRelatos, Fuente: TodoRelatos
... sugerente, pues le daba la ventaja de mostrar su miembro en casi todo su esplendor. En movimiento rápido, sacó su verga con todo y huevos para la admiración de todos los presentes. El pene erecto sobresalía del pubis oscuro, largo y grueso, con la cabeza levemente morada y las venas marcando un mapa en la superficie tensa. Nadie respiró por tres segundos. —¿Quieres medirlo? —dijo Aldo, moviéndolo apenas con una contracción del abdomen. Marcos y Santiago aplaudieron. Constanza tragó saliva, y aunque intentó bromear al respecto, los ojos se le fueron de inmediato al miembro, midiéndolo con una mezcla de miedo y curiosidad. Isabel, colorada de pies a cabeza, giró la cara pero no pudo evitar robarle una mirada. El sexo de Aldo era casi una entidad aparte, un protagonista inesperado en la tragicomedia familiar. —Bueno, ya está —dijo Aldo, y se subió el pantalón con la misma naturalidad con la que se lo había bajado. —Reto cumplido —musitó Constanza, y la voz le salió ronca, irreconocible. El círculo tardó en recomponerse. Aldo, con parsimonia y seguridad, tomó la botella y la giró. Por obra del destino, o dios o la vida, la botella apuntó de regreso a Constanza —Te toca, princesa —dijo Marcos, con una reverencia burlona. Constanza eligió: —Reto. Aldo se adelantó, ahora con ánimo de revancha. —Por haber dudado, te toca recibir dos nalgadas de cada uno. Pero bien dadas, por malcriada. —No jodas —protestó Constanza. —Es el juego, hija —dijo ...
... Isabel, y el brillo en sus ojos era la mezcla exacta de ternura y complicidad. Marcos y Santiago se frotaron las manos, expectantes. Constanza rodó los ojos, pero se giró en el sillón e inclinó la espalda hacia adelante. Y es que su retaguardia era un monumento en sí mismo. Las respiraciones de los tres jóvenes se vieron alteradas al tener el derecho a profanar ese altar. Incluso la de Aldo, que había luchado por ser el más neutro durante esa velada. Marcos fue el primero en avanzar, veloz como un trovador con hambre. Sin esperar ceremonias ni hacer tampoco un show, levantó la mano y descargó el azote sobre la nalga derecha de Constanza. El golpe fue seco y tosco, un sonido sordo que rompió el aire con más fuerza de la que él mismo calculó. Rozó el umbral entre la broma y la humillación, y el temblor que recorrió el cuerpo de Constanza fue visible para todos. Marcos ni siquiera esperó a que ella se recompusiera; la segunda palmada llegó apenas un instante después, casi resbalándose por sobre la primera, un error de cálculo del que luego se jactaría como si hubiera sido planificado. Constanza apretó la mandíbula, pero no regaló ni medio gesto de debilidad. Santiago fue por su turno con una eficacia deportiva, como si la humillación tuviera un reglamento claro: tocó el muslo de Constanza con la mano abierta, de abajo hacia arriba, y repitió la faena, imprimiendo un poco más de ímpetu. El pantalón amortiguaba, pero el sonido y la vibración saltaron por el cuerpo de ...