1. Albast.Capítulo 27


    Fecha: 30/12/2025, Categorías: Grandes Relatos, Autor: Alex Blame, Fuente: TodoRelatos

    ... calmara, pero Walter solo le dio unos instantes mientras se quitaba la guerrera y la colgaba del respaldo de una silla. Se remangó la camisa y enseguida, volvió a obligarla a erguirse y le metió en la habitación contigua de un empeñón. Al ver lo que le esperaba, Hilde vaciló, las piernas le temblaron y solo la mano de Wust, tirando firmemente de su melena, la mantuvo en pie, obligándola a mirar a la cara a aquella bestia. Hilde se encogió instintivamente, pero el Gruppenführer era un hombre experimentado, tiró de la melena y le hincó la rodilla en la espalda. Hilde se irguió y arqueó la espalda. Sus pechos se balancearon y se hizo más patente su volumen. La bestia lo percibió al instante.
    
    —¿Verdad que es una joya? —preguntó Wust— ¿Y has visto lo que crece entre sus piernas? Seguro que te dejará más satisfecha que la minga de esa mierda traicionera que tienes por amante. Estoy seguro de que vas a disfrutar de lo lindo chupando esa polla. —un hilo de baba emergía de la boca del engendro; grueso, caliente, espeso...
    
    Wust soltó su pelo y desde atrás la sujetó por la cintura, poniéndola frente a la bestia, a menos de un metro de su alcance. Con la mano libre, comenzó a magrear su cuerpo desnudo. Hilde notó como la polla crecía en los pantalones del oficial y se restregaba contra su culo.
    
    —Ahí donde lo ves, es un Don Juan. Ha fertilizado a muchos conejitos judíos... A veces no conseguimos separarlo a tiempo y los destroza... Es un amante impetuoso. —dijo Wust metiendo el ...
    ... dedo enguantado en su coño y hurgado en él como si tratara de prepárala para lo que la esperaba. Hilde temblaba mientras intentaba apartar la vista de aquella criatura y de aquel enorme pene, que no dejaba de crecer.
    
    El oficial hizo una seña a los hombres y estos sujetaron a aquella bestia más estrechamente. Wust la empujó un poco más y la obligó a mirar la entrepierna del engendro. Miró aterrada aquel miembro escamoso, de más de treinta centímetros y del grosor de su muñeca. Era de color gris verdoso y su glande estaba curvado hacía arriba. Pero lo más aterrador era el mucus verdoso del que estaba recubierto y la forma que se retorcía cada vez que la bestia miraba su cuerpo desnudo.
    
    —Vamos, tócala. No seas tímida. —dijo cogiendo el brazo de Hilde y obligándola a tocar aquel miembro palpitante.
    
    Estaba demasiado débil para resistirse y sus dedos rozaron aquella polla. La bestia se estremeció y soltó un rugido. Aquellos ojillos verdosos exudaban lujuria por todos sus poros. Sabía que estaba perdida, aun así, trató de resistirse. Wust la empujó contra una cómoda y la obligó a abrirse de piernas. Sin dejar de insultarla, le golpeó su culo con fuerza entre los rugidos de lujuria del mutante. Los soldados tiraban de las cadenas con tal fuerza que Hilde podía oír el ruido de las botas claveteadas al deslizarse por el entarimado, tratando de retenerlo.
    
    —Vamos, traedlo. Esto va a ser un buen espectáculo. —dijo el Gruppenführer.
    
    Wust se retiró y dejó que los guardianes ...
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