1. Albast.Capítulo 27


    Fecha: 30/12/2025, Categorías: Grandes Relatos, Autor: Alex Blame, Fuente: TodoRelatos

    ... acercaran a la bestia. Entre risas cogieron la polla del mutante y se la pusieron sobre su culo. El glande llegaba casi a mitad de su espalda. Incapaz de contenerse, aquel ser comenzó a mover su pelvis, llenando su espalda y la raja entre sus nalgas de arañazos. Uno de los guardias se acercó y cogió aquella enorme polla restregándola contra el cuerpo indefenso de la doctora, tanteando la entrada de su coño con la punta, dispuesto a destrozárselo.
    
    —¿Qué pasa aquí? —preguntó Gerhard entrando en la habitación— Nos están atacando... Los ingleses...
    
    —¿Qué dices? —replicó Wust— ¿Ingleses?...
    
    Hilde ni siquiera escuchó la conversación. Con aquel monstruoso falo a punto de penetrarla, lo único que hacía era temblar de miedo. La imagen de Greta, preñada de uno de aquellos mutantes, hizo que su espina dorsal se le congelara. Paralizada por el terror y ya rendida, esperó y deseó la muerte en el momento en que el cuerpo de aquel engendro la cubría con su humanidad, dispuesto a penetrarla sin contemplaciones.
    
    En ese momento la puerta se abrió de nuevo violentamente.
    
    —Joder ¿Qué coños es esto? —dijo Wust en el momento en que se oían dos ruidos apagados y la cabeza del mutante estallaba como un melón maduro, salpicando de sangre y sesos la melena y la espalda de Hilde.
    
    Gerhard reaccionó rápidamente y tiró de Wust en dirección a la puerta más cercana, justo en el momento que un tipo barbudo, con una sonrisa sardónica, les apuntaba con su arma...
    
    A pesar de que Lotte ...
    ... estaba loca de preocupación por sus amantes, sabía que de momento no podía hacer nada por ellos, así que se centró en lo que sí podía hacer. Colgó el arma de su hombro y se movió por los pasillos con naturalidad. Fue más fácil de lo que esperaba. Cuando estallaron los problemas en el subnivel ocho, ordenó a los guardias de aquel subnivel que fueran a ayudar a sus compañeros. En principio intentaron negarse, pero cuando mostró a Krause las fotos que había sacado follándose a las prisioneras, accedió de mala gana dejando a solo un guardia al cargo del aquel subnivel. Durante un instante dudó si intentar disparar al que quedaba, pero finalmente dejó el arma escondida en un pequeño armario escobero. Sabía que no podría imponerse en un tiroteo, ni siquiera a un soldado sorprendido. Aquellos tipos eran la élite del ejército alemán, pero ella disponía de armas mejores que aquel MP 40. Se quitó la bata y la blusa. Suspirando se libró del sujetador y se volvió a poner la blusa. Dejó los tres primeros botones sueltos y se colocó los pechos. Desde joven había aprendido el efecto que tenía su busto sobre los hombres, aunque nunca se había intentado aprovechar de ello. Pero ahora era diferente. Había aprendido mucho de su relación con Marcus y sabía exactamente lo que tenía que hacer. Se colocó una vez más el escote y respirando hondo entró en el ala de los presos judíos.
    
    El guardia que quedaba se acercó a ella con gesto serio, pero confiado. Ella se acercó e inmediatamente sintió los ojos ...
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