Heil mama (Cap. 2)
Fecha: 12/06/2018,
Categorías:
Incesto
Sexo con Maduras
Autor: DocJoliday, Fuente: CuentoRelatos
... ¡Yo casada! ¡Suelta! —¿Casada? ¿Y dónde está tu marido, eh? —Le solté la cintura para agarrarle el pelo e inmovilizar su cabeza. Pesaba tan poco que me bastaba una mano para mantenerla levantada, pegada a mi cuerpo. Por fin conseguí besar sus labios, pero no los separó para dejar entrar mi ávida lengua. — ¿Qué pasa, “Mari”? ¿Ahora te vas a hacer la estrecha? ¿A qué venían entonces tantas sonrisitas, eh? No paraba de forcejear y chillar, pero yo estaba seguro de que lo hacía para mantener las apariencias, de que deseaba que me la follase más que nada en el mundo. A pesar de sus esfuerzos por ponérmelo difícil, era tan manejable como una muñeca. No me llevó ni medio minuto quitarle toda la ropa, todo menos las gafas. La solté un momento para contemplarla, pálida y temblorosa. Tenía los pezones pequeños y oscuros, una mata de pelo negro en la entrepierna y unos pies diminutos con las uñas pintadas de rosa oscuro. Yo me quité la bomber, pues había comenzado a sudar. Tenía la polla tan dura que cuando me bajé los pantalones y los gayumbos saltó como un resorte y se quedó cabeceando en el aire, apuntando a su cara. La china abrió mucho los ojos detrás de los gruesos cristales y dijo algo en su idioma, medio llorando. —¿Qué pasa, Mari? Nunca habías visto una como esta, ¿verdad? Seguro que la de tu marido no es ni la mitad de grande —dije, y solté un par de carcajadas. Ella no hizo ningún comentario al respecto. Pensando que estaba desprevenido, intentó escapar de nuevo. La agarré ...
... por los hombros y la empujé contra un estante, con toda la suavidad que pude. Le sequé un par de lágrimas con el pulgar y le hablé con amabilidad, mirándola fijamente a los ojos. —Oye, puede entrar alguien en cualquier momento, así que vamos al grano, ¿de acuerdo? —Me agarré la verga con la mano y la sacudí un poco, por si no me entendía bien. Ella sollozó y negó con la cabeza, murmurando medio en español medio en chino —. Escucha, quiero hacerlo por las buenas, pero mis amigos están a la vuelta de la esquina. Solo tengo que pegar una voz para que se presenten aquí y te destrocen la tienda, así que pórtate bien. Me la chupas, me corro y me largo, ¿vale? Seguro que prefieres comerte una buena polla a quedarte sin tienda, ¿verdad? No pensaba que tuviese que llegar a amenazarla, pero a esas alturas tenía que acelerar las cosas. Realmente podría entrar alguien por la puerta y me estaba poniendo nervioso. Ella solo se lo pensó unos segundos. Al fin y al cabo era una mujer de negocios. Ni siquiera tuvo que agacharse para amorrarse al pilón. Le bastó con inclinarse hacia adelante, con las piernas rectas. Nunca había estado con una mujer tan bajita que pudiese chupármela en esa postura, y me resultó de lo más excitante. Desde mi altura podía ver el comienzo de sus nalgas, su pálida espalda, sus dos manitas agarrando mi tronco mientras succionaba el glande metiéndoselo en la boca una y otra vez. Estaba claro que quería hacerme descargar lo antes posible, masturbándome a dos manos y ...