1. Heil mama (Cap. 2)


    Fecha: 12/06/2018, Categorías: Incesto Sexo con Maduras Autor: DocJoliday, Fuente: CuentoRelatos

    ... trabajándome el frenillo con la lengua, y casi lo consigue, pero yo le había mentido. No me iba a conformar con una mamada. Le agarré la nuca y la obligué a ponerse derecha. La besé y esta vez sí me dejó meterle lengua, e incluso me respondió con la suya, pequeña como la de un cachorrito. Su saliva sabía a chicle de menta, a algo picante que no identifiqué (alguna de esas salsas que los chinorris le echan a todo), y por supuesto a cipote fresco. Sin perder más tiempo con romanticismos, me escupí en la mano y le metí los dedos en el coño, más estrecho aún de lo que había imaginado. Por un momento dudé si podría penetrarla, pero llegados a ese punto tenía que intentarlo. La trabajé bien con los dedos hasta que lo noté un poco más abierto y húmedo, y no solo por mi saliva. Por mucho que intentase disimular, yo sabía que ella también estaba disfrutando. —Tu... tu dijo solo chupar —se quejó, cuando se dio cuenta de lo que venía a continuación. —Calla la puta boca —dije, jadeando de lo cachondo que estaba. Le agarré el culo a dos manos y volví a levantarla del suelo, le lamí los duros pezones un par de veces y coloqué su almejita asiática a la altura de mi ombligo. Me habría pasado el día magreando esas nalgas, firmes pero blanditas, suaves como la seda. La obligué a rodearme el cuello con los brazos y la cintura con las piernas, me agarré de nuevo la tranca y la orienté hacia arriba, buscando su raja. Cuando entró la punta, hice que su cuerpo bajase lentamente, empalándola ...
    ... centímetro a centímetro. Cuando los casi veinte centímetros de polla occidental estuvieron dentro de ella, apretó los dientes y gimió. Podía sentir su aliento en mi cuello y el temblor de sus piernas, enlazadas con fuerza alrededor de mi cuerpo. Estaba claro que nunca le habían metido algo tan grande. Le agarré de nuevo las nalgas y en lugar de moverme yo, moví su cuerpo despacio arriba y abajo. —Te gusta... ¿eh? No dijo nada, ni puta falta que hacía. Mientras la hacía subir y bajar, su estrecho coño deslizándose por toda la longitud de mi verga, la china Mari soltaba sin parar todo un concierto de gemidos, sollozos, grititos y jadeos. Al cabo de un rato comencé a mover las caderas. Mis manos apretaban su culo con tanta fuerza que las iba a llevar macadas una semana. La embestí tan deprisa como pude. Ella inclinó la cabeza hacia atrás, con las manos en mi nuca, berreando de gusto. Fue un auténtico polvazo, aunque breve. Al cabo de cinco minutos la liberé del empalamiento y la dejé caer al suelo, donde quedó arrodillada, jadeando y sin fuerzas. Movía los muslos y se estremecía, mordiéndose el labio y con los ojos cerrados. Después de tanto quejarse, la hija de puta se estaba corriendo. Antes de que terminase, la agarré por el mentón, flexioné las piernas y le despaché en la jeta una buena cantidad de lefa. Gran parte acabó en los cristales de sus gafas, pero algunos goterones le cayeron en los labios y empujando con los dedos la obligué a saborearlos. Cuando recuperé el aliento, me ...
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