Historia del chip 017 - En la consulta - Irma 004
Fecha: 18/06/2018,
Categorías:
Grandes Relatos,
Lesbianas
Autor: chopin, Fuente: CuentoRelatos
... enloquecedora. Por suerte tenía el nuevo trabajo. Lo había conseguido gracias a un golpe de suerte. Era un lugar extraño, todo lleno de chicas guapísimas, todas con faldas cortísimas y hombres acostumbrados a hacer lo que querían. Hasta había conocido a la gran jefa en un encuentra fugaz. Galatea no estaba en casa. Después de ducharse, se puso en la posición adecuada. Pechos fuera, codos atrás, manos en la nuca, ojos cerrados y barbilla levantada. Hoy era el día. Le daría el código de confirmación a Galatea, que decidiría cuándo se le practicaría el piercing y los tratamientos posteriores. El ochenta por ciento de lo que ganase durante un año iría a los pagos. No podía negarse a sí misma que estaba ansiosa... y excitada. Dependía al completo del humor de su amada. Estuvo a punto de decirle que le perforase los pezones, pero de alguna manera Galatea se sentía orgullosa de que llevase un ‘emblema’ de esclavitud a la vista todo el tiempo. Los dedos de Galatea exploraron las puntas de los senos un par de minutos antes de ir a las orejas y acariciar los hombros con suavidad. Se besaron profunda y concienzudamente. Al acabar, fue Galatea la que rompió el silencio. —¿Y bien? —JK550— respondió Irma sin olvidar de sonreír. El motivo inicial y casi olvidado de su futura cruz. —Gracias, Irma. Los dedos volvieron a los pezones, como si estos meses de templanza hubieran sido sólo un juego. Cuando Irma estaba toda sudada y cansada de la posición, recibió un golpeteo en las nalgas. —Vamos a ...
... la cama, dúchate primero y luego me toca recibir a mí— ordenó Galatea en tono serio. Irma corrió para complacer a su amante. Cinco minutos más tarde ya estaba entre las piernas húmedas y sedosas de Galatea. *—*—* La intervención duró quince minutos. Lo primero que sintió era como el viento acariciaba los lóbulos. Estaban tan sensibles. Ya no recordaba el contacto con su clítoris, intuyendo que sería algo parecido. Sumado a la habitual sensibilidad de sus pechos y sus pezones, no tenía más remedio que admitir que resultaría muy excitante para Galatea. Después de todo, era lo único que contaba. Fue a acariciarse, para comprobar cómo sería la caricia cuando una enfermera le indicó que no debía hacerlo bajo ningún concepto. —No es conveniente que se acostumbre, señorita. En las condiciones establecidas se indicaba que deseaba que no pudiera tocarse sin consecuencias. Sus dedos han sido tratados. Desde ahora, si se acaricia, puede llegar a tener reacciones alérgicas. No por un contacto esporádico, siempre que no se excite y no lo convierta en algo habitual o ardiente por su parte. Es mejor que no piense en ello. Irma entendió que por eso había estado llevando unos extraños guantes. No sentía los dedos distintos. La enfermera comprendió su confusión. —Las yemas de sus dedos se acostumbrarán a la piel de su amante. Le excitará acariciarla. Una y otra vez. Si es que se le permite. Según tengo entendido, no acostumbra a hacerlo, tal y como indica en el formulario de admisión. Pero es ...