1. Coincidencias


    Fecha: 04/10/2017, Categorías: Sexo con Maduras Autor: XAVIA, Fuente: CuentoRelatos

    ... solamente buscaba un poco de cariño, de consuelo, después de meses sin tener relaciones. No me quedaba otra que aclararlo con ella. No fue hasta el jueves que me la encontré. De nuevo, intempestivamente. A las 8 y media de la mañana pues yo había decidido saltarme la primera clase y ella salía con Iván para llevarlo al cole e ir a trabajar. Suelo bajar las tres plantas hasta la calle por las escaleras, así que al llegar al rellano del portal se abrió la puerta del ascensor del que salían ambos. El niño me saludó efusivo, ¿Cuándo volveremos a ir a jugar? ¿Dónde juegas este domingo? Y un par de preguntas más que no recuerdo. Maite, en cambio, me miró tímida. Les sostuve la puerta de la calle para que pasaran, mientras respondía con tópicos al crío. Cuando la madre pasó a mi lado, me miró inquisitivamente, sin duda teníamos que hablar, pero las palabras que surgieron de mi garganta instigadas por mi subconsciente me delataron. Estás muy guapa esta mañana. Maite sonrió ampliamente, contenta por mi comentario, respondido con un simple gracias más cargado de intenciones que mi cumplido. La charla tuvo lugar aquel mismo viernes. Estaba solo en casa cuando llamaron al timbre. Me sorprendió verla en mi rellano, siendo tan atrevida, pero se había cruzado con mi madre en el portal por lo que sabía que estaba solo, pues mi hermana sí tenía clases los viernes y mi padre no llegaba hasta media tarde. -Supongo que ya has comido, –eran más de las 3 –pero yo voy a hacerlo ahora que ya he ...
    ... salido del trabajo, aunque no tengo mucha hambre… ¿Puedo invitarte a un café? Nos miramos por espacio de unos segundos, ella ataviada con un clásico traje chaqueta como corresponde a un profesional de multinacional, yo en tejanos y camiseta. Acepté, sabiendo que debería entablar una charla que me daba bastante pereza. Entrando en su piso, colgó la americana en una percha del recibidor, casi sin detenerse mientras me preguntaba cómo quería el café. Solo corto. La seguí a la cocina, pues había sido la sala de nuestras primeras confidencias. Hasta que los dos cafés no estuvieron dispuestos sobre la mesa central que presidía aquel elegante espacio, con sus tazas de porcelana, cucharilla a juego y sacarina para ella, azúcar moreno para mí, se mantuvo el silencio. Ambos nos miramos unos segundos eternos, mientras removíamos el líquido, hasta que ella arrancó. -Lo que pasó el otro día… -Me gustó mucho –la corté. -Sí, a mí también –sonrió, recordando. –Pero no sé si está bien. Te saco veinte años, yo estoy saliendo de una relación que se suponía que debía durar para siempre y tú eres… joven… tienes que salir con chicas de tu edad… -Maite, -rodeé la mesa y me planté a su lado –yo no busqué lo que pasó el otro día. Creo que ninguno lo buscó, simplemente surgió. Eres una mujer muy guapa, muy atractiva, que me gusta mucho, y no me arrepiento de lo que hicimos. -Ya pero… -bajó la cabeza intimidada. -¿Ya pero qué? ¿Qué quieres decirme exactamente? Que no me haga ilusiones. Que fue solamente ...
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