Coincidencias
Fecha: 04/10/2017,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: XAVIA, Fuente: CuentoRelatos
... dura, hasta que mis dedos pellizcaron el pezón, despierto, sensible. Suspiró en mi garganta, entregada. Recorrí su cuello con los labios, levanté la camiseta, aparté el sujetador y lamí su corazoncito. Ella misma se quitó la prenda por encima de la cabeza, momento que aproveché para halagarla de nuevo. Eres una joven muy guapa. ¿Te gusto? Mucho. Reanudamos el morreo mientras mis manos tomaban ambas mamas, descubiertas después de que las tiras de la ropa interior bajaran por sus brazos. Volví al cuello, de allí a sus pechos, mientras mis manos bajaban a sus caderas para tirar de las mallas hacia abajo. Tuve que arrodillarme en el suelo para quitárselas. Cerró las piernas pudorosa, pero me colé entre ellas para separarlas, mientras mis labios volvían a los suyos, recorrían de nuevo sus senos, bajaban por su estómago hasta que se encontraron con el tanga blanco que cubría su tesoro. Lo aparté y me zambullí. No estaba especialmente mojada, húmeda solamente, por lo que me entregué en cuerpo y alma a llevarla al clímax. No tardó. En menos de cinco minutos sus caderas se convulsionaban al ritmo de profundos suspiros. Ascendí de nuevo por su cuerpo, sin dejarla descansar, besándonos de nuevo mientras me acomodaba entre sus piernas. No tengo preservativos, anuncié. Tranquilo, llevo un DIU, respondió acercando su pubis al mío. Tomé mi miembro para apuntar en la dirección correcta, lo encajé y empujé. Ahora el suspiro sí fue intenso, acompañando mi gemido, pues me pareció una de las ...
... vaginas más estrechas en la nunca había entrado. No fui brusco, ni violento. Entraba y salía lentamente, sintiendo cada milímetro de aquel necesitado conducto, mientras besaba sus pechos, mal cubiertos por el sujetador, chupaba sus pezones, erizados. Si hubiera acelerado las embestidas me hubiera corrido antes, pero preferí no cambiar de ritmo, prolongando el acto, intensificando mi orgasmo. Cuando llegó, seguí percutiendo unos minutos pero era evidente que ella no iba a correrse de nuevo. En cuanto me detuve, abrió los ojos contenta, sonriendo, preguntándome si me había gustado. Mucho. A mí también. La pregunta que me hice al poco rato, duchándome antes de ir a trabajar, fue ¿y ahora qué? Sin ser un chico especialmente promiscuo, suelo encamarme con alguna chica cada mes o cada dos meses como mucho, pues resulta bastante fácil trabajando en el mundo del ocio nocturno. Son encuentros sin necesidad de continuidad, divertimentos, en los que ambos solemos tener claras las normas. Solamente he tenido dos relaciones que podrían llamarse de ese modo, la última de poco menos de un año con una compañera de universidad, que no de facultad. Pero Maite me planteaba dudas. El instinto me avisaba que me convenía ceñirme a mi acostumbrado hábito de soltería, pero una parte de mí intuía que tal vez ella lo viera de un modo distinto. Por un lado, no parecía mujer de encuentros esporádicos, por más que el tópico sobre las personas divorciadas suela caricaturizarlas así. Por otro, tal vez ...