Coincidencias
Fecha: 04/10/2017,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: XAVIA, Fuente: CuentoRelatos
... fuerza. Volvimos a unir nuestros labios pero esta vez fue ella la que me abandonó. Sin detenerse en mi abdomen, bajó la cabeza para engullir mi miembro hambrienta. La agarré del cabello apartándolo para ver su cara profanada por mi hombría. Chupaba con ganas, suspirando a cada succión. Le levanté el vestido para acariciar sus nalgas, pues habían quedado en cuatro sobre el sofá, de lado. Mi mano izquierda sobaba, la derecha la guiaba. Moví la primera hacia su entrepierna, la colé dentro de la tira posterior del tanga, pasé por su ano donde no me detuve hasta que noté su vagina primero, sus labios a continuación, completamente empapados. Aumentó los suspiros, también la profundidad de la felación, cuando mi dedo se coló en su interior, cuando lo retiré y acaricié aquellos hinchados labios, cuando la penetré de nuevo. Decidí cambiar de juego. Me levanté desnudándome, ella también se quitó el vestido y la ropa interior, tan rápida que tuvo tiempo de ayudarme con el bóxer mientras su boca buscaba de nuevo mi polla. Pero se la quité, momentáneamente, pues nos tumbamos invertidos en el sofá para que mi lengua llegara cómodamente a su entrepierna, para que su boca pudiera seguir deglutiendo. Mi lengua, mis labios, dieron buena cuenta de aquel ácido manjar, mientras mis dedos percutían en su orificio. Su vagina se movía temblorosamente, expulsaba flujo a raudales, hasta que explotó en un orgasmo intenso que silenció mi pene alojado en su boca. No pude evitarlo y yo también llegué en ...
... ese momento, por lo que profané su garganta sin poder avisarla. Sus propios espasmos la obligaron a tragar, algo que nunca había hecho, me confirmaría después, pero ni se apartó ni desalojó a su presa. Al contrario, la duración de su orgasmo, había empezado antes que el mío y acabó después, le impedían soltarse pues alojar mi pene en la garganta potenciaba su clímax. Estuvimos un rato abrazados, sin movernos, con sus muslos rodeando mi cabeza, su boca apoyada en mi pene, mientras nuestras respiraciones tornaban a la normalidad. Hasta que tuve que levantarme para mear. Cuando volví, Maite me esperaba sentada, desnuda, con la copa de vino blanco en una mano, ofreciéndome la otra para que repusiera fuerzas. Me senté a su lado, también desnudo, se apoyó en mi pecho mientras me acariciaba el estómago y los muslos, relajada. Charlamos un rato, adormecidos por la típica relajación post coital, aunque no había habido coito propiamente dicho, hasta que me preguntó si tenía hambre. La verdad es que no, gracias. Yo me comería una vaca, respondió, pero me apetece más comer toro. Bajó la cabeza, asió mi glande con los labios, y reanudó la felación pretérita. Cuando la hubo endurecido solicitó, quiero que me hagas el amor, quiero sentirte dentro de mí. Ven, la tomé de las axilas, primero, de la cintura después, para ayudarla a encajarse sobre mis piernas. Tuvo que ser ella la que introdujera mi pene en su interior, mientras mis manos se movían de las caderas a los pechos alternativamente, ...