Ayudando a Mamá (01).
Fecha: 02/04/2019,
Categorías:
Incesto
Autor: nokomi, Fuente: RelatosEróticos
... su vagina latiendo y soltando jugos. Apunté mi verga hacia ella y apenas la toqué mi mamá intentó apartarme con su otra mano, pero no paraba de masturbarse y estremecerse, su espalda se arqueaba y sus gemidos aumentaban de volumen. Pude poner mi glande justo en su agujerito, ella decía “¡No, no, no!” entre gemidos. Se retorcía en la cama, tuve que sujetar una de sus piernas y cuando tuve la oportunidad, presioné hacia adentro. Se la clavé completa de una vez, se sentía de maravilla, muy húmeda y caliente. Ella luchó por alejarme pero le di un par de fuertes estocadas que la hicieron soltar un grito de placer. ¡Se la estaba metiendo a mi madre! La situación fue tan excitante y abrumadora para mí que acabé en pocos segundos, solté la leche bien en lo profundo de su concha. Ella volvió a arquear su espalda y me atrajo hacia su cuerpo con las piernas y los brazos. Nos revolvimos en un estallido de placer. Arremetí contra ella mientras la miraba a los ojos, mi verga no podía ir más adentro pero cada vez que la clavé ella suspiró. Su expresión era de asombro total, casi de pavor. -¡No puedo creer que hayas hecho eso Nicolás! –me gritó enfurecida. -Perdón mamá… de verdad no me pude aguantar… -comencé a disculparme. -¡Sacala! –gritó con más ...
... furia- ¡Sacala te digo! –me empujaba con fuerza pero yo era muy pesado como para que me moviera fácilmente. -Pero mamá… -quería que se tranquilizara, me estaba asustando. -¡Nada de peros! ¡Salí Nicolás! –nunca la había visto tan enojada e histérica. Me aparté de ella rápidamente y ni siquiera vi su mano llegar. Me dio un fuerte cachetazo contra la mejilla izquierda, me dolió en el alma, no físicamente, pero sentí que mi corazón se desgarraba. Fui consciente de que mi madre me odiaba... yo... yo sólo había intentado darle placer… aunque tal vez buscaba mi propio placer… estaba confundido. La vi ponerse de pie y cerrar la puerta bruscamente al salir del cuarto. Las lágrimas brotaron de mis ojos automáticamente. Aún tenía la verga dura y eso me generó más odio hacia mí mismo. Me tendí en la cama y hundí mi cara contra la almohada. No sé cuánto tiempo estuve llorando, pero cuando me tranquilicé un poco quise ir hasta el baño y de paso ver si mi madre estaba bien. Apenas abrí la puerta de mi cuarto la pena volvió a invadirme. Escuché que mi madre lloraba y era evidente que intentaba ahogar el ruido contra su almohada. Me sentía pésimo, había frustrado totalmente mis intentos por ayudar a mi madre, por no poder aguantar mi propia calentura.