Las alas del ángel
Fecha: 05/07/2024,
Categorías:
Fantasías Eróticas
Autor: Alfasuperior, Fuente: CuentoRelatos
... obligándole a retirarse gracias a una fuerza sobrehumana. Por un momento pensó que lo hacía como castigo por haber tocado sus pechos, pero nada más lejos de la realidad: al contrario, aquello parecía haberla excitado. Angélica se mordió el labio, contemplando a ese mortal cuyo pene recibía sus asaltos con un entusiasmo que nunca se ablandaba. Acarició su miembro a través de sus pantalones, con tal destreza que el líquido preseminal los manchó en cuestión de segundos. El artista jadeó, animal, seducido. Su creación expulsó una risita que nada tenía de perversa, que cayó sobre él como un chorro de agua fría en una boca sedienta. Le bajó los pantalones y los calzoncillos, dejando al descubierto una polla veterana, pegada a dos cojones en los que la gravedad había hecho sus estragos. Pero, en ese momento, mientras ella se agachaba para que sus genitales quedaran al nivel de sus ojos, ni la mujer más exigente habría podido ponerle un pero.
Y ella no se lo puso. Por el contrario, sus dos manos níveas se cerraron con gentileza en torno a sus gónadas, masajeándolas. La criatura sonrió, sin perder su halo de bondad. Sus alas se movieron, juguetonas, mientras la lengua del ángel ascendía desde la base de su miembro hasta la punta, una y otra vez. El dibujante gimoteó, aferrándose a las sábanas para no caerse del placer. Un hilo de baba caía de él, el masaje seguía estimulando sus zonas erógenas más ignotas.
-Sí... sí, querida, sí... te amo...
Ella volvió a reír y detuvo los ...
... preliminares. Sin retirarse siquiera el cabello, sin usar las manos, se metió su polla en la boca, bautizándola con esa saliva almibarada. Y, luego, abajo. Abajo del todo, como ninguna profesional había sabido hacer. Y, luego, arriba. Glup, glup, glup. Un ruido que otros llamaban pecaminoso e infernal, pero que él no podía sino asimilar al Paraíso del que había surgido ese ser.
La mamada fue lenta, romántica, preciosa como un poema torpe escrito por un niño a su maestra. Cuando llegó a su fin, se derramó dentro de ella con un alarido, expulsando ese semen ya inservible para la vida pero que su organismo ansiaba liberar.
Angélica se retiró, aún sonriente, y jugueteó con ese pene que empezaba a quedarse flácido.
-Espera... no creo que pueda...
Le miró fijamente con esos ojos de océano calmado, sin dejar de rozar las venas de su aparato con sus uñas. La sensación que aquello le causó fue maravillosa, casi mejor que el sexo oral. Su miembro latió, como si su mero contacto pudiera devolverle la vida. Alcanzó un estado semiflácido y, aún manchado con su blanca pasión, supo reconocer la belleza que tenía delante.
El ángel se incorporó, batiendo sus alas, y se alzó como la ornamenta más destacada en su mugriento cuarto. Alzó el brazo hacia ella, temblando de miedo como un drogadicto que acaba de descubrir que el amor de su vida es la heroína.
-Espera... no te vayas, por favor...
Ella lo miró desde su evidente superioridad, sin arrogancia, sin conmiseración. Despegó ...