1. Las alas del ángel


    Fecha: 05/07/2024, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: Alfasuperior, Fuente: CuentoRelatos

    ... sus labios para hablar con un dulce timbre que masturbó sus tímpanos:
    
    -No te voy a abandonar.
    
    Tras decir eso, sucedió un milagro. Uno pequeño en comparación con lo que había visto, uno de tantos, pero un milagro al fin y al cabo. Y es que su toga, sin que ella tuviera que hacer ningún movimiento, se dejó caer al suelo. El artista estuvo a punto de dejarse los ojos en esa figura que la ausencia de ropajes revelaba, y que tantas veces había dibujado sin saber que podría aparecer ante él.
    
    Su figura de reloj de arena, de un reloj blanco de mármol, destacaba sin duda por sus dos pechos. Dos pechos más grandes que su cabeza, pero sin la rigidez artificial de las tetas operadas. Esas dos ubres eran una parte orgánica de esas carnes rollizas, de un cuerpo perfecto que Rubens se habría muerto por pintar. Sus alas, regias y orgullosas, la hicieron volar hacia él. El pene del dibujante reaccionó del único modo posible, erecto como nunca antes. Habría jurado que ganaba uno o dos centímetros, centímetros que la ausencia de una mujer como esa le había negado.
    
    Esa beldad sobrenatural posó sus labios vaginales, rosados y tiernos, en su glande. Se frotó contra él, dejando escapar gemidos de pasión que no podían ser falsos, sin llegar a descender sobre el falo que ansiaba empalarla, que había nacido para ello. Como una pluma remolona que se resiste a aterrizar en el pavimento, el cuerpo angelical de su creación descendió, dejando que el pene de ese pobre mortal se clavara en ella. ...
    ... Y que, después de unos minutos de espera gloriosa, desapareciera enterrado en su interior.
    
    Entonces, empezó a botar.
    
    La fricción masajeó su poste que, cual espada llameante de arcángel, se incrustó sin problemas en su nuevo hogar. El ángel apoyó sus manos en el pecho de él, masajeándole con la suavidad de unas manos que nunca se habían ensuciado en ese mundo. Sus caderas se movían con una cadencia deliciosamente impredecible.
    
    Ese ritmo, al principio lento y dulce, se acabó tornando en una cabalgata pasional. Los pechos de esa eufórica mujer botaban, haciéndole babear.
    
    -Ven aquí-suplicó-. Quiero... quiero tocarlos, por favor...
    
    Ella obedeció, inclinando su tronco sin dejar de moverse. El artista sostuvo esas tetas mientras hacía patéticos intentos de embestirla desde abajo. Ansioso, se metió sus pezones en la boca, chupando con fruición, poseído por el entusiasmo más infantil. Engulló todo lo que pudo, succionando como si esperara que algo saliera.
    
    Y salió.
    
    Aunque se sorprendió, no dejó de chupar cuando la leche escapó de sus pezones. Se trataba de una leche condensada y dulce, de una calidad mucho mayor a la que podría haber encontrado en una lata. Esa ambrosía se deslizó por su garganta, dándole energías renovadas. La abrazó, rozando sus alas, mientras los dos aumentaban el ritmo. El artista gruñó, Angélica gimió. Se miraron a los ojos, compartiendo un momento de conexión que solo podía existir entre dos seres que se habían creado el uno al otro. Azotó ...
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