El tormento de Elsa (revisado) 51 a 53 - Relatos Eróticos

El tormento de Elsa (revisado) 51 a 53

... nunca, no me quedan fuerzas… y así lo dejaré claro en la nota que tendré en mi mano.

-Silvia. - susurró Elsa llorando y aterrada por lo que escuchaba. - No hagas nada.

Pero la chica no le hizo caso, y en cuanto las puertas del metro se abrieron, salió corriendo. Elsa, viendo que era su parada, no se había dado cuenta, corrió tras ella.

Elsa no alcanzó a Silvia. Correr con los zapatos de castigo era difícil, y no quería quitárselos y correr descalza, alguien podía ver las chinchetas y eso no sería bueno, se dijo, así que dejo´de correr, sintiendo las punzadas en sus pies mandarla olas de dolor y placer a su cerebro que empezó a estimular su coño, y fue más despacio. Tenía que evitar que Silvia cometiera una locura, y hacerlo cuanto antes, así que fue directamente al despacho del director.

El director hizo pasar a Elsa a su despacho sonriendo, y cerró la puerta por dentro.

-Me agrada que vengas voluntaria a verme, mi niñita. - dijo acercándose a Elsa por detrás y acariciando su pelo.

Elsa asintió. Aún sentía reparo y asco con este hombre y sus profesores, solo estaba deseosa de su padre, y sabía que estaba mal, pero así era.

-Tengo que contarle algo importante.

-Bien, bien… pero ponte cómoda, descálzate.

Elsa obedeció, el director sonrió al ver sus zapatos con las chinchetas dentro.

-Quítate toda la ropa.

Elsa obedeció de nuevo, sin protestar, sin decir nada, quedándose desnuda ante el hombre, que relamiéndose, empezó a desnudarse ...

... también.

-Túmbate en el suelo. Quiero follarte, asi que abrete bien de piernas, levantadas a tope, y deja que ese coño succione mi polla mientras me cuentas qué te preocupa y muerdo y lamo tus pies. Da igual que pierdas la primera clase..

Y mientras follaba, gimiendo, gozando, llorando, Elsa contó al director los planes de Silvia para suicidarse.

Dejando a Elsa en el suelo, sollozando y con espasmos por el placer sentido mientras la violaba el director y la ia y mordía sus pies, el hombre cogía el móvil y llamaba a alguien.

-Tráigame a la otra zorra, saquela de clase, ahora. Y venga con llaves, tengo cerrado por dentro. Abra con discreción, estaré ocupado.

Sonriendo, colgó. Veía el cuerpo de Elsa y como del coño de la niña empezaba a rezumar su corrida. Miró su polla, estaba de nuevo dura. Sonriendo, volvió a ponerse entre las piernas de Elsa.

-Segundo asalto.

Y metiendo su polla de un empujón, vió la cara de placer y dolor de Elsa, llena de lágrimas, que notaba como el miembro del hombre se abría paso entre las carnes de su coño de forma rápida y salvaje, haciéndola gemir y abrazar, esta vez con las piernas rodeando la cintura de su violador, escuchando pocos minutos después, mientras notaba las embestidas del hombre que babeaba y succionaba sus pezones amoratándolos, como se abría la puerta y entraban en el despacho, cerrando al momento, un sonriente don Andrés y una aterrada Silvia.

-Ponte cómoda puta… - dijo el director mirando a Silvia, que empezaba a llorar ...