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Amor inesperado de una joven casada
Fecha: 20/08/2024, Categorías: Sexo con Maduras Autor: dulceymorboso, Fuente: TodoRelatos
... ternura, cariño, no sentirme sola. Estar así de excitada era fruto de la ausencia de contacto corporal, de la falta de abrazos, caricias, y no porque me atrajera. Si mi piel se erizaba al sentir su mano acariciar mi cuello, era solo por la falta de las manos de mi marido sobre mi cuerpo. Carmen y Eduardo me estaban ofreciendo lo que tanto necesitaba. Cuando Eduardo apoyó su mano sobre mi pierna flexionada, supe que Carmen estaba mirando y no pude evitar cerrar los ojos al estremecerse mi cuerpo. No era la mano de mi marido, esta era diferente, algo más pequeña y sin duda con las arrugas propias de su edad, pero a mi cuerpo le daba igual pues en épocas de hambruna hasta un trozo de pan es el mejor de los alimentos. Y mi cuerpo estaba sufriendo la peor de las hambrunas y aquella mano tan delicada estaba siendo el más preciado manjar. Lo mojadas que tenía las bragas cuando había ido al baño no era nada comparado a como las tenía ahora. Eduardo estaba subiendo la mano por mi muslo apunto de desaparecer bajo el vestido. Abrí los ojos y Carmen tenía la mirada puesta en la mano de su marido. - Carmen… - logré decir su nombre – yo… - Cariño, deja que Eduardo te ayude – me contestó – lo necesitas. - Me da vergüenza – le dije. - Amor… - le dijo a su marido – Llévala a la habitación. Soltando mis hombros y quitando la mano de mi pierna, Eduardo se levantó del sofá y me ofreció su mano. La acepté y me puse de pie. Salimos del salón de la mano y me dejé llevar por ...
... él. Cuando entramos en la habitación cerró la puerta. Al verme a solas con él en la intimidad de su cuarto lo miré avergonzada y no pude evitar abrazarlo nerviosa. Rodeó con sus brazos mi cintura y me abrazó con ternura. - Me da mucha vergüenza – le dije apoyando mi cara en su pecho – Es usted muy cariñoso conmigo. - Todos necesitamos sentir cariño – me dijo al oído apartando el pelo – No temas. Cuando me quitó el vestido, la ropa interior y me vi desnuda frente a un hombre de ochenta años, lo abracé para que no viera mi cara. Me regaló cientos de palabras dulces al oído mientras me acariciaba las nalgas y yo me estremecía de placer con solo ese contacto. Yo también deseaba volver a pasar las manos por el cuerpo de un hombre y con mis dedos temblorosos le fui desabrochando la camisa hasta quitársela. No me esperaba encontrarme aquel torso tan tupido de vellos blancos. Pasé mis manos por ellos y me gustó lo suaves que eran. Lo abracé y un escalofrío atravesó mi cuerpo al sentir mis pechos hundirse en ellos y notar en mis pezones su suave caricia. Gemí contra su cuello. Necesitaba sentirlo totalmente y dado que mis temblorosos dedos no acertaban al intentar desabrochar su pantalón, Eduardo se lo desabrochó y bajó la cremallera. Llevaba tanto tiempo sin poder acariciar a un hombre que no tardé en meter la mano por su pantalón. Me sorprendió su dureza a pesar de la edad. Agarré su miembro por encima de la ropa interior y moví la mano con deseo. Enseguida ...