1. Los casos de Amanda: El conde de la noche


    Fecha: 11/11/2024, Categorías: Control Mental, Autor: Alstier, Fuente: TodoRelatos

    ... que la miraba aquel hombre esclavizado por la vampira: no había un ápice de piedad, de resignación, o de odio en su mirada, tan solo la lujuria de alguien dispuesto a hacer lo que fuera por liberar sus instintos.
    
    —Así lo haré, mi ama —el resto de humanos, hombres y mujeres, esclavizados por otros vampiros, se acercaron a “Perro” y lo miraron, sus ojos vacíos mirando al infinito, dominados—. Atadla a la mesa.
    
    Los vampiros empezaron a retirarse mientras Amanda era inmovilizada en una mesa redonda y baja, brazos y piernas formando una “X” y atados a las patas del mueble. La blanca piel de la Albina brillaba por el sudor y otros fluidos que la cubrían.
    
    —Es… escúchame —intentó cuando el último vampiro abandonó la estancia—. No tiene que ser así, podemos escapar, si me sueltas… —su discurso se vio interrumpido cuando uno de los dominados intentó meterle el pene en la boca, pero ella se sacudió para seguir hablando—. ¡Podemos salir juntos de aquí si me ayudas, tengo amigos! ¡Por favor!
    
    “Perro” la miró con cierto desdén, antes de responder.
    
    —No quiero escapar. Mi Ama me convertirá cuando cumpla veinte años de servicio. No creo que puedas ofrecerme la vida eterna.
    
    —Pero…
    
    —Sé cómo es la maldición de la sensibilidad, yo la sufrí varios meses. Si no quieres que todos los sirvientes se turnen follándote, empezarás a usar la boca para demostrar lo buena furcia que puedes ser.
    
    —No… Por favor, podemos…
    
    La súplica de Amanda se convirtió en un gemido gritado cuando ...
    ... “Perro” se desnudó de cintura para abajo y la penetró de un solo empujón. Amanda se sintió al momento de nuevo al borde del orgasmo, en esa infinita tortura, y echó la cabeza hacia atrás para recibir el primer miembro de uno de los dominados en su boca. Como estaba, no podía hacer mucho más que dejar que le follaran la boca hasta la garganta, tragar la corrida o intentar escupirla, y prepararse para recibir a la siguiente. Pasaron dos hombres, luego una mujer a la que tuvo que hacerle un cunnilingus hasta que le dolió la boca, luego un tercer hombre y un cuarto… y cuando se vio libre, angustiada e intentando liberarse sin éxito de sus ataduras, vio cómo “Perro” seguía follándosela sin haber disminuido ni el ritmo ni la intensidad de sus embestidas.
    
    —No puedo correrme. Solo dejaré de follarte cuando me canse o cuando te comportes —como reafirmando esto, empezó a penetrarla más rápidamente—. Podrías acabar con esto esta misma noche, solo tienes que aceptar el trato del Conde.
    
    —No quiero eso.
    
    —No creo que tengas opción.
    
    “Perro” miró a los dominados sin decir nada. Al momento estos desataron a Amanda y la llevaron al centro del salón, donde encadenaron sus manos a un gancho que había en el techo; sus brazos quedaron no completamente tensos, permitiéndole doblar ligeramente los codos. Nadie respondió a sus preguntas antes de que le pusieran un objeto fálico en la boca: una mordaza que ataron fuertemente con correas a su nuca. Sintió que le encadenaban los tobillos al ...
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