Los casos de Amanda: El conde de la noche
Fecha: 11/11/2024,
Categorías:
Control Mental,
Autor: Alstier, Fuente: TodoRelatos
... suelo también.
La albina negó con la cabeza cuando vio a “Perro” acercarse con dos pinzas, cada una unida a una larga cadena, que le colocó en los pezones sin ninguna ceremonia. Entendió cuál era la cruel idea cuando estiró de las cadenas, haciendo que ella se agachara estirando los brazos sobre la cabeza, para atacar el otro extremo de la cadena al suelo. Sus quejidos convertidos en simples murmullos ininteligibles eran todo indicativo de la tortura que estaba sufriendo: Cualquier movimiento hacía que la cadena tirara de las pinzas que torturaban sus pezones, la posición era incómoda, le dolían los brazos… y su trasero estaba totalmente expuesto.
Y enseguida sintió cómo un hombre empezaba a penetrarla analmente. No había nada que pudiera hacer salvo resistir aquella tortura. Y rezar porque, cuando volviera el Conde, mostrara un ápice de clemencia y le permitiera un orgasmo por fin.
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Horas después, Amanda no estaba segura de cuándo perdió el sentido. Quizá fue mientras se la follaban de tres en tres, sobrepasada por las sensaciones; quizá fue cuando la fustigaron con fustas, haciendo pausas solo para obligarla a practicar sexo oral; quizá fue cuando la torturaron con descargas eléctricas, aumentando la intensidad cada vez que gritaba; quizá fue…
No lo sabía. Abrió los ojos al sentir una presencia, y vio que estaba de rodillas, las manos encadenadas al techo le impedían dejarse caer al suelo. El Conde la miraba, sus ...
... ojos rojos casi mostrando algo similar a la lástima; le quitó el pelo blanquecino de la cara y posó su mano sobre su mejilla, en un gesto que podría evocar el cariño.
Amanda movió el rostro hacia el contacto, buscando un roce que, por una vez en las últimas veinticuatro horas, no la hiciera sufrir.
—Por favor… no puedo más…
—Solo tienes que decir que sí, querida —dijo el Conde, acariciando su rostro suavemente—. Tendrás todo el placer que quieras y la vida eterna.
La albina bajó la vista… y asintió. El Conde sonrió y, con un gesto, las cadenas que la inmovilizaban sencillamente desaparecieron, atrapando a la agotada y torturada mujer antes de que se desplomara. La cargó en volandas hasta la misma habitación donde la encerró y, con gestos cuidadosos, la ayudó a ducharse, la hizo beber agua, y la puso sobre la cama. Amanda podía sentir la opresión sobre su voluntad, la magia que la esclavizaba al vampiro seguía presente, pero este no la estaba usando. Quizá por eso supo exactamente qué es lo que esperaba el Conde, su secuestrador, su torturador…
…su…prometido.
Sentado como estaba, cuando Amanda se puso a horcajadas sobre él, sus rostros quedaron a la misma altura. Con un movimiento sintió cómo el sexo liberado de la ropa de él se posaba contra el suyo propio; a pesar de la maldición, Amanda descendió sobre el mismo, dejando que la penetrara lentamente y, cuando toda su inmensidad la llenaba, se echó adelante y besó al Conde. Sus labios y cuerpo no eran fríos ...