1. Los casos de Amanda: El conde de la noche


    Fecha: 11/11/2024, Categorías: Control Mental, Autor: Alstier, Fuente: TodoRelatos

    ... tras la mordaza cuando una descarga eléctrica le recorrió el cuerpo. El vampiro le acarició el vientre y salió de la habitación.
    
    —Volveré en un par de horas. Puedes llamarme “Conde”.
    
    Amanda intentó liberarse con todas sus fuerzas pero, tras varios minutos, supo que solo podía resistir aquella tortura. La máquina soltaba las descargas de forma irregular: a veces cada pocos segundos, a veces se demoraba un minuto; algunas eran suaves, otras eran tan fuertes que pensó que perdería el sentido; algunas duraban tan poco como un chispazo, y otras se alargaban durante veinte o treinta dolorosos segundos.
    
    La espera se hizo interminable para la albina, su cuerpo contrayéndose con cada descarga. Cuando escuchó cómo una puerta se abría intentó gritar con todas sus fuerzas, suplicando que parara aquello, cuando el Conde se puso frente a ella, luciendo una sonrisa cruel… y su enorme erección. Sus ojos rojos brillaron cuando alzó una mano sobre el sexo de Amanda, y esta sintió cómo la magia imbuía su piel. Al instante, ella se contrajo cuando sintió cómo algo la llevaba irremediablemente al orgasmo, como si la hubieran estado acariciando por horas sin dejarla alcanzar el clímax…
    
    …pero no se corrió. Estaba atascada en ese instante antes de alcanzar el orgasmo, pero sin poder llegar a él. Una nueva descarga, esta vez muy potente pero corta, la hizo agitarse, al tiempo que el vampiro la penetraba. Amanda arqueó la cadera, queriendo recibirlo más adentro, solo podía pensar en ...
    ... correrse, en nada más… pero a pesar de sus embestidas, no podía hacerlo. Pronto comprendió la maldición, y el Conde la tomó por el rostro para mirarla fijamente.
    
    —Solo cuando me ames, y cuando yo lo desee, podrás correrte.
    
    “Púdrete”, quiso gritarle, pero el vampiro debió leer la intención en su rostro. Sus afiladas uñas dejaron marcas rojas en las blancas mejillas de la albina, follándosela más rápidamente hasta correrse con una semilla extrañamente tibia en vez de cálida. Salió de ella, se adecentó la ropa y volvió a alzar la mano, esta vez dirigida al rostro de Amanda.
    
    Y perdió el control.
    
    Dejó de luchar contra las ataduras y se relajó, a pesar de las desesperadas órdenes que Amanda intentaba enviar a sus músculos. El Conde abrió los grilletes, y el cuerpo de Amanda se puso en pie temblorosamente, con un gesto mecánico e inhumano, y ni siquiera reaccionó cuando una nueva descarga la recorrió.
    
    A pesar de ello, en su mente, Amanda sintió el dolor de la misma con intensidad.
    
    Le quitó las pinzas y, con un gesto, hizo que el cuerpo dominado de la albina lo siguiera a través de varios pasillos; no fue hasta que llegó a una sala que no vio una ventana y, aunque tenía las cortinas echadas, llegó a ver brevemente que estaban a gran altura, y que un enorme parque se abría frente a la ventana. Central Park. Dentro del área que había estimado.
    
    Una orden mental hizo que el cuerpo de Amanda se arrodillara. Frente a ella había una docena de hombres y mujeres, todos ...
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