Los casos de Amanda: El conde de la noche
Fecha: 11/11/2024,
Categorías:
Control Mental,
Autor: Alstier, Fuente: TodoRelatos
... vistiendo ropas de gala de distintas épocas y máscaras. Vampiros. Y junto a ellos y desnudos, sus víctimas, sus muñecas de sangre: Jóvenes de ambos sexos, desnudos y pálidos por la falta de sangre. Las copas rellenas de un denso líquido rojo dejaron los labios sedientos de los no muertos cuando se fijaron en la nueva adquisición.
—Podéis disfrutar de ella. Os prohibo dañarla, matarla o alimentaros de ella, quien lo haga morirá esta misma noche.
El cuerpo de Amanda reaccionó tomando los penes de dos vampiros, uno con cada mano, mientras alzaba el rostro sumisamente hacia una vampira que se acercaba levantándose la falda.
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Cerca del amanecer, tras toda una noche de sexo en el que su voluntad era una mera espectadora, Amanda había sido encerrada en una habitación y liberada del embrujo. Al momento intentó forzar la cerradura, pero se dio cuenta de que sencillamente era incapaz de acercarse a la puerta; el Conde le había puesto algún tipo de traba mágica, o mental, o ambas, ya no estaba segura.
Quiso entonces gritar… pero no podía. Quizá podía controlar el resto de su cuerpo, pero el encantamiento del Conde le impedía gritar; lo tenía todo calculado, como si hubiera hecho eso cientos de veces. Una nueva descarga sensorial hizo que la Albina se inclinara hacia adelante y, desesperada, empezó a acariciarse furiosamente, buscando conseguir un orgasmo… pero era inútil. Estaba continuamente a punto de correrse, pero la ...
... maldición del vampiro se lo impedía.
Resignada, frustrada y atrapada, se rindió. Se tomó una ducha antes de acostarse, totalmente desnuda, en una cama sin fundas, sábanas u otras prendas para cubrirse. Estaba a merced del Conde, y este quería recordárselo en todo momento. Tenía que salir de ahí, pero sin sus amuletos o armas estaba virtualmente indefensa, lo único que la mantenía con vida era que el Conde buscaba una esposa. Solo podía esperar un despiste del vampiro, un error que le diera una oportunidad de escapar de aquel infierno.
Con esos últimos pensamientos, se quedó dormida.
Horas después se despertó cuando escuchó abrirse la puerta… y ahí estaba él. Su captor y pretendiente. Iba vestido con elegancia antigua, maquillado, e incluso pudo sentir el olor de un perfume embriagador. Amanda se levantó, encarándolo desafiante.
—Querida mía —dijo, con una grave y autoritario tono meloso—, puedo liberarte de esto cuando quieras. Puedes volver a disfrutar del sexo, del amor y todos los placeres carnales cuando gustes.
—¿Y… solo tengo que hacer qué? ¿Casarme contigo?
—Por favor, albina, ¡un matrimonio es un mero trámite burocrático! No, yo busco algo mucho más profundo.
Se acercó a ella y, aunque Amanda quiso retroceder, sintió la mágica voluntad del vampiro aferrarse a su mente, obligándola a quedarse quieta cuando él le tomó la barbilla en un gesto que casi irradiaba romanticismo y confianza.
—Quiero que accedas a la vida eterna.
Amanda quería sacudírselo ...