Los casos de Amanda: El conde de la noche
Fecha: 11/11/2024,
Categorías:
Control Mental,
Autor: Alstier, Fuente: TodoRelatos
... de encima, pero solo podía quedarse inmóvil, así que lo miró con toda la furia que pudo conjurar.
—No quiero ser tu furcia, inmortal o no.
El Conde sonrió, recorrió su cara con la mirada y se echó hacia adelante, oliendo con deleite la unión del cuello y el hombro de la albina. Esta se contrajo y tembló, sintiendo su aliento, cálido y frío al mismo tiempo, lamerle la fina piel sobre su cuello en un gesto que, en otras circunstancias, le habría parecido tremendamente erótico.
—Podría morderte ahora mismo —susurró, abriendo la boca y apoyando los colmillos sobre su yugular, solo para retirarse y seguir hablando—. Tu olor es una delicia. Podría convertirte, pero no serías mi igual, solo un engendro.
Amanda no dijo nada, estaba aterrada, pues sabía bien a qué se refería el Conde, puesto que existían dos tipos de vampiros. Los vampiros “auténticos” sólo se formaban cuando un humano accedía a ser mordido por otro vampiro auténtico. Estos conservaban toda su cordura y sus recuerdos, y eran los protagonistas de las historias de vampiros seductores.
Los engendros vampíricos se creaban cuando un humano era atacado por un vampiro, real o no, y sobrevivía, siendo infectado por la maldición del vampirismo. Estos quizá conservaran parte de su humanidad por un tiempo, pero tarde o temprano eran consumidos por su maldición, convirtiéndose en meros animales sedientos de sangre. Todo ello mientras la conciencia del humano que una vez fueron se veía obligada a ver el monstruo ...
... en que se había convertido, incapaz de actuar o hacer nada por evitarlo.
No tan diferente a la forma en la que el vampiro la dominaba. Mucho peor. Potencialmente, toda una eternidad de ser esclava en su propia mente.
—A… a las otras… —empezó Amanda tras tragar saliva— no las convertiste en engendros. No me harás lo mismo.
—Ah… pero tú entiendes la diferencia. No me sirve de nada una simple furcia vampírica, ¿pero tú? —dijo, lamiéndole el cuello—. Tú serías mi mejor arma: una cazadora atada a mi voluntad, una amante que solo buscaría matar… y fornicar. —se echó hacia atrás, mirándola directamente con sus crueles ojos rojos—. Disfrutaría escuchándote gritar en tu mente mientras penetro a la engendro que surgirá de ti.
—No… no puedes hacerme eso… —la voz de Amanda se rompió en un gemido de desesperación—. Por… por favor, déjame…
—¿Salir? —la interrumpió el vampiro, estallando en una queda carcajada—. Querida albina mía, no vas a abandonar mi lado. Lo único que debes plantearte es en qué condición pasarás el resto de la eternidad junto a mi.
El Conde chasqueó los dedos y, al momento, varias personas entraron portando diversos trajes que fueron colocando en perchas en la habitación. Amanda pudo ver que había de diversos estilos y épocas, algunos debían tener más de doscientos años de antigüedad, mientras que otros eran elegantes vestidos actuales. También observó que traían varios juegos de lencería, y trajes que más propios parecían de una simple puta.
El ...