1. De toreros y cornadas


    Fecha: 02/12/2024, Categorías: Infidelidad Autor: Alfasuperior, Fuente: CuentoRelatos

    ... la cabeza gacha (miró a ambos lados para comprobar que nadie la veía) se metió en una Farmacia para comprar la píldora del día después. Joder, joder, joder...
    
    Volvió a casa con una sensación ambivalente de soledad y vergüenza, no queriendo admitir que había pasado uno de los mejores ratos de su vida. Pero hacía mucho tiempo que no se sentía así... tan deseada, tan guapa... tan zorra...
    
    “No. No, no. Todo esto ha estado mal –pensó, imaginándose a sí misma en la piel de su novia–. Eres... eres una hija de puta, una cabrona”.
    
    No, tampoco era eso, ¿verdad? Un error, un error tonto que podía tener cualquiera y que, de hecho, muchos tenían. Un error que olvidaría mientras trataba a su novia como a una princesa durante toda su vida. Y entonces, tal vez, pudiera dejar de sentirse culpable.
    
    Al volver a casa, dio un beso a Anisia, que se lo tomó con cierta guasa.
    
    –Anda, que podrías haberme comprado un helado ya que estabas fuera. Joder, nunca piensas en mí...
    
    Cualquier rastro de empatía que pudiera haber tenido por ella se esfumó. Se retiró a su cuarto, donde cerró el puño y lloró. Lloró recordando las oportunidades perdidas, los desprecios, las constantes recriminaciones de esa morsa perezosa que no podía aceptar que tuviera ...
    ... más éxito que ella.
    
    Después de llorar, sonrió. En cierto modo, era liberador.
    
    Lo siguiente que hizo fue descargar el Tinder y hacerse un perfil con las fotos subidas de tono que se había hecho durante las semanas anteriores y no le había mandado a Anisia con pereza. No se le veía el rostro, solo un camisón en el que se apreciaban sus dos pechos del tamaño de su cabeza. Temblaba de excitación al subir esa imagen. Los cuernos en la cabeza de su novia estaban bien, pero ahora quería limarlos, regarlos, dejarlos crecer. Para que, si algún día se lo contaba, fueran más que un breve escarceo con un matador de toros.
    
    Su móvil vibró.
    
    “Hablando del rey de Roma...”
    
    Una foto de su contacto: "Carajillo". Su polla, de nuevo. Venosa, grande, magnífica. Se tocó el clítoris, recordando orgullosa cómo se había rendido ante él. Cómo se había hecho una con ese galán anacrónico y engominado.
    
    Bloqueó el contacto. Sí, el Carajillo follaba bien, pero no quería dejar a una persona tóxica para empezar a salir con otro cabrón. Ni con un cabrón ni con nadie: ella, acababa de descubrirlo, no era mujer de un solo hombre. Ni de una sola mujer.
    
    Se masturbó furiosamente, apoyada en la encimera del baño, mientras iba pasando de un perfil a otro. 
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