1. Suegra borracha


    Fecha: 28/12/2024, Categorías: Incesto Autor: Schuko, Fuente: TodoRelatos

    ... me han dejado a Sandra en el pub. Ha sido la gente de la cena del trabajo, se ve que ha comido algo que le ha sentado mal y Eugenia, esa amiga vuestra, me ha pedido si la podía traer a casa al salir del turno.
    
    —Claro, claro, Martín, lo siento. ¡Vaya cuadro, pobrecilla! Seguramente será el marisco o algo que estuviera en mal estado —respondió Ricardo, tratando de quitarle fuego al asunto, mientras trataba de introducir a su mujer en el piso. Ella se resistía, agarrando la cintura de Martín y, en un momento dado, le pegó un apretón en los huevos ante el que, tanto un sorprendido Martín, como un asombrado Ricardo, hicieron la vista gorda.
    
    Finalmente, Ricardo, consiguió despegar a su mujer del joven vecino y atraerla hacia el piso. No sin que antes, la jamona, le diese un besito en los labios a Martín. «¿Un piquito?», le preguntó la muy cachonda antes de besar la boca del maromo y darle un buen lametón en los labios, mientras su abochornado esposo la arrastraba hacia el interior del apartamento.
    
    —¡Gracias, gracias, Martín, ya puedes irte si quieres! ¡Muchas gracias, de verdad!
    
    —¡Aaaaaaadios, guapoooo…! —repetía Sandra, arrastrada por Ricardo.
    
    —De nada vecino, para eso estamos —respondió un satisfecho Martín, palpándose el paquete ante la anhelante mirada de Sandra, cuando Ricardo estaba girado.
    
    —¡Joder, Sandra, menudo desastre! ¡Cómo vas! Estás toda pegajosa y pringosa y ¿qué te has echado en el pelo…? —estas frases o muy parecidas eran las que iba repitiendo ...
    ... Ricardo mientras arrastraba a su mujer directamente a la ducha. Suponía que una ducha calentita la despejaría y la dejaría en condiciones de ir a la cama.
    
    Además, el buen hombre tenía ganas de guerra aquel sábado, a fin de cuentas, era el primer día que tomaba Viagra. Se la había recetado el médico después de varios años de impotencia sin tratamiento que casi arruinan su matrimonio. Menos mal que Sandra era una buena mujer de su hogar, religiosa, excelente ama de casa y bastante ajena a los deseos carnales. O, por lo menos, así había sido hasta aquel día. Aunque ahora, Ricardo la encontraba un poco extraña. Lo curioso del asunto, es que había sido idea suya que acudiera a aquella cena de la empresa. Ella nunca iba a esas fiestas. Ricardo se había conchabado con su amiga Eugenia para que la vistiera moderna y con buen aspecto como para no desentonar en el ambiente juvenil de aquella empresa de videojuegos en la que trabajaba. Hasta le había hecho comprar ropa interior nueva, de la que se llevaba ahora. Todo con la idea de que cogiera confianza, se sintiera deseaba y volviera a casa a reestrenar el nuevamente duro pene de su esposo. Hacía ya casi diez años que no mojaban.
    
    Pero al pobre Ricardo todavía le quedaba lo mejor o lo peor, según se mire. Cuando la jamona de su mujer se estaba duchando, Ricardo pudo observar todas la magulladuras, chupetones (en el cuello, las nalgas y algún que otro lugar), cardenales y secuelas de lo que parecía una caída por el monte o, lo que ...
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