1. Suegra borracha


    Fecha: 28/12/2024, Categorías: Incesto Autor: Schuko, Fuente: TodoRelatos

    ... era el caso, un potente encuentro sexual. Así y todo, el pobre e inocente Ricardo, se atrevió a preguntar:
    
    —Pero, cómo vienes, Sandra, parece que te has caído por un barranco…
    
    —Casi, casi… —respondió la mujer sin un ápice de vergüenza o arrepentimiento—, mejor que ni lo sepas.
    
    Claro que todavía faltaba la pista más evidente. Cuando la mujer se quitó el destrozado tanguita y se agachó para coger la esponja del suelo de la ducha, mostró una perfecta panorámica a su esposo del ojete, todavía medio abierto, enrojecido y con goterones de leche seca en los alrededores y de leche fresca, espesa y calentita que todavía iba saliendo poco a poco del dilatado agujerito. El pobre cornudo miró asombrado el culo de su sacrosanta esposa y, para racionalizarlo, interpretó que la buena mujer debía andar algo suelta de la tripa, por la cosa de la presunta intoxicación en la cena, tal y como le había contado el cabroncete de Martín. Está claro que no hay más ciego que el que no quiere ver.
    
    Eso sí, Sandra no hizo el más mínimo amago de ocultar su cuerpo baqueteado. Es más lo exhibía con un cierto orgullo. Estaba contenta por haber pagado un precio tan bajo a cambio de la retahíla de orgasmos que había obtenido a cambio.
    
    Después de la ducha, algo más despejada, Sandra se puso un albornoz y se tomó un buen vaso de leche calentita (de vaca esta vez) antes de ir a la cama.
    
    El pobre Ricardo, que había reservado su raquítica erección para el momento de tener cerca a su mujer con la ...
    ... sana intención de sorprenderla gratamente con su nuevo vigor sexual, intentó un tímido acercamiento al culazo de su esposa que, nada más meterse en la cama, se puso de lado para intentar dormir (estaba reventada la pobre, no es de extrañar). La mujer, medio dormida ya, notó la pichita de su esposo en las nalgas desnudas (no se había puesto ni pijama, de lo cansada que estaba). Algo sorprendida pensó que era la mano de su marido y no hizo caso. Después, cuando Ricardo le sujetó las caderas e intentó besarle el cuello mientras frotaba su pollita contra el culo, le dijo un desabrido:
    
    —¡Joder, Ricardo, déjame dormir! Estoy cansada. A buenas horas se te ocurre. Anda ve a hacerte una paja si quieres o lo que te dé la gana, pero déjame tranquila. No tengo ganas. Otro día tal vez.
    
    El hombre, decepcionado y cortadísimo, se alejó de su esposa que ya le había dado una patada para poner distancia.
    
    Se habría hecho una paja, si la erección no hubiera desaparecido de golpe.
    
    5. Buenos días
    
    Al día siguiente, la pobre Sandra se levantó con una resaca de las que hacen época. Afortunadamente era domingo y no tenía que ir a trabajar, pero, aun así, no estaba para monsergas y, lejos de su actitud habitual de modélica ama de casa, estuvo comportándose como una auténtica borde ante el interés del pobre Ricardo por su estado. El hombre, ignorante de la verdadera naturaleza de la juerga que se había corrido su mujer la noche anterior, seguía pensando que su calamitoso estado se debía a ...
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