Suegra borracha
Fecha: 28/12/2024,
Categorías:
Incesto
Autor: Schuko, Fuente: TodoRelatos
... absurdas como increíbles. «Nada, nada, no pasa nada. Que Martín me ha estado contando que tenía problemas con su novia. El chico estaba un poco deprimido y cómo ayer se portó tan bien trayéndome a casa, he tenido que hacerle un poco de caso».
Después, ante un incrédulo Ricardo, Sandra se fue a la cama. Sin cenar. El pobre marido se hizo un triste sándwich y se quedó viendo la tele, convencido de que, seguramente, su mujer tampoco estaría hoy para acrobacias sexuales. Y era cierto, ya había tenido bastante por aquel día.
7. Nuevas rutinas para Sandra
El regreso el lunes a la oficina fue apoteósico. Las miradas y los comentarios de los compañeros, lejos de ser discretas murmuraciones, fueron bromas directas e hirientes sobre el comportamiento de Sandra en la cena de empresa. Pero, lo que en cualquier otra hubiera supuesto un derrumbe de la autoestima y una vergüenza tremenda, para Sandra supuso un chute de adrenalina que le hizo mantener la cabeza alta y menear más aún el culazo, embutido en unos ajustados leggins y que se balanceaba al ritmo que marcaban los tacones que había decidido llevar a la oficina.
De modo que, dada su actitud, sus compañeros decidieron aparcar el cachondeo y centrarse: por un lado los tíos, en tirarle los tejos e intentar meterle mano con mayor o menor disimulo y por otro las tías, en mirarla con una cierta envidia criticándola a lo bestia. Ella, altiva y ausente, tan solo prestó atención a Eugenia, su amiga, que, al final, había conseguido ...
... su objetivo: ponerla a punto para un buen polvo. Claro que la triste pollita de su marido, que debería haber sido la que se beneficiase de ese cambio de actitud, se había quedado con las ganas y fueron las dos trancas de su vecino y su yerno las que se llevaron el gato al agua.
Eugenia ignoraba el fin de fiesta de su amiga y no podía comprender cómo seguía comportándose de aquel modo, como si fuera buscando guerra, un lunes por la mañana, después del calamitoso estado en el que la dejó a cargo de su vecino en el pub.
No fue hasta la hora del café, que tomaron juntas, cuando Sandra le contó la historia con pelos y señales y sin omitir el mínimo detalle.
Eugenia, escuchó alucinada la increíble peripecia que le contó su amiga. No se la habría creído si no fuera por el par de fotos que le mostró de su jeta enrojecida con una gruesa tranca encajada hasta la tráquea y los ojos abiertos como platos mirando el objetivo. Era una imagen que Martín había compartido con Jorge su compañero de trabajo y yerno de Sandra para ponerle los dientes largos de envidia mientras se la trajinaba el domingo por la tarde. Sandra le pidió a Martín que se la enviase. Le gustaba mirarla de vez en cuando para notar como el coño se le humedecía como un acto reflejo al recordar la escena.
—Ya has visto, Eugenia, estás hablando con una nueva Sandra. Una zorra de campeonato.
—Ya veo, ya —respondió Eugenia que, sin poder evitarlo, había empezado a envidiar la suerte de su amiga, al mismo tiempo ...